Hoy en día, en un solo año, la humanidad consume una cantidad de combustibles fósiles que la naturaleza ha tardado un millón de años en producir. ¿Cómo hemos llegado a esta enorme dependencia? ¿Es sostenible el modelo actual?.
En la civilización moderna, la disponibilidad de energía está fuertemente ligada al nivel de bienestar, a la salud y a la duración de vida del ser humano. En realidad vivimos en una sociedad que se podía denominar como “energívora”. En esta sociedad, los países más pobres muestran los consumos más bajos de energía, mientras que los países más ricos utilizan grandes cantidades de la misma. Sin embargo este escenario está cambiando de forma drástica, cambio que se acentuará en los próximos años, donde serán precisamente los países en vías de desarrollo quienes experimenten con mayor rapidez un aumento en su consumo de energía debido al incremento que tendrán tanto en sus poblaciones como en sus economías.
Las tendencias indican que el consumo de energía por sector puede estar sometido al ritmo de desarrollo económico por región. A nivel mundial, los sectores industrial y de transporte son los que experimentarán un crecimiento más rápido, del 2,1% por año, en ambos sectores. Crecimientos más lentos se producirán en el ámbito residencial y comercial.
Si estudiamos la evolución del consumo de energía podemos establecer una correlación entre su crecimiento y la industrialización. Antes de ella las demandas eran relativamente modestas y se cubrían por la madera, 90% en 1820. Pero a partir de 1850 empieza a utilizarse de forma creciente el carbón, cuyo rendimiento energético es superior, conforme las necesidades de la industria crecen.
Podemos observar que en 1900 el consumo mundial de energía primaria era aún modesto, 600 Mtep. Cien años después, en 2000, el consumo se elevaba a 9023 Mtep. Se había multiplicado por 15. El consumo por habitante se multiplicó por 4 en el mismo periodo.
A lo largo de estos cien años el crecimiento no ha sido constante, se produjo un sensible aumento antes de la 1ª Guerra Mundial para estabilizarse después durante un largo periodo que terminó con la 2ª Guerra Mundial. A partir de esta fecha el crecimiento del consumo aumentó notablemente. Sin embargo el alza de precios del petróleo en 1973, obligó a un replanteamiento de la política energética mundial basada en el bajo precio del crudo y se produjo una ralentización en el crecimiento. En los 90 la desaparición de la URSS y el desplome de su economía moderó nuevamente el crecimiento global. En los últimos años el desarrollo de las economías emergentes de Oriente, como China, Corea y la India, hacen presagiar un crecimiento sostenido en el consumo mundial de energía primaria. Se estima que entre 2002 y 2030 la demanda crecerá en un 60% en el mundo.
Es importante concienciarnos de la relevancia que existe en el ahorro energético. El consumo de energía en si, propiamente dicho, no contamina, es la manera de obtener dicha energía la que produce serios problemas medioambientales. Es decir, la energía eléctrica, o la gran mayoría de ella, se obtienen de centrales, tanto nucleares como térmicas, que estas si contaminan, ya sea por los residuos radioactivos de las nucleares o por las emisiones a la atmósfera que se producen en una central térmica. El consumo eléctrico debe hacerse de manera responsable, a mayor consumo, mayor contaminación.
Los aparatos eléctricos, también influyen en el cambio climático. No nos sirve de nada ser más comedidos en el consumo, si los aparatos que utilizamos gastan mucho más que otros que están disponibles o si el aparato es viejo y ya su consumo se ha disparado. A la hora de comprar un electrodoméstico es importante tener en cuenta su eficiencia fijándonos en las etiquetas que incorporan y que indican el consumo de energía y las emisiones de CO2.

Fuente:Diario Ecología 


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