La tesis doctoral de esta agrónoma pone entre paréntesis algunos de los beneficios de la siembra directa en los campos cordobeses.

Antes que pasar la sembradora, para que un campo produzca más, mejor y a largo plazo, hace falta pensar. Ésa es la reflexión que dio vueltas a lo largo de la entrevista con Florencia Barbero (55 años), flamante doctora en Ciencias Agronómicas.
Su tesis generó polémica en el ámbito agropecuario porque pone entre paréntesis algunos de los beneficios de la siembra directa. Aunque aclara que no está en contra de esta práctica, sino que apunta que se realice correctamente. Barbero determinó que, contrario a lo que se piensa, los campos de regiones sub-húmedas como la provincia de Córdoba tienen erosión, pierden materia orgánica y humedad a pesar de que se practique en ellos la siembra directa.
“Ocurre que siempre se trasladaron resultados realizados en otras partes del mundo y del país pero en suelos húmedos. En suelos como el cordobés el comportamiento es distinto”, aclara la investigadora y docente de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), donde finalizó su doctorado.
–¿Por qué es distinto?
–Porque uno de los factores que influye en el comportamiento del suelo es el clima. En Córdoba tenemos temperaturas más altas que causan una mayor mineralización del carbono orgánico. Esto es, la irradiación solar contribuye que el carbono orgánico se transforme en dióxido de carbono. A su vez, tenemos menores precipitaciones, por lo que tenemos suelos descubiertos en invierno. Los productores creen que así retendrán más humedad, pero el suelo pierde estructura y los vientos lo erosionan.
–¿Pero el sudeste cordobés no está en la pampa húmeda, los mejores suelos?
–Claramente no. Los suelos son distintos y las condiciones climáticas también.
–¿Y en Marcos Juárez?
–Hace poco pasé por Marcos Juárez y vi una ondulación en los campos de soja. Cualquier ojo clínico sabe que eso se debe a que el suelo es distinto. Esas ondulaciones se manifiestan en épocas de sequía como la del último año. No es como Balcarce (Buenos Aires) donde hay el doble de materia orgánica en el suelo, a pesar de que el régimen de lluvias es igual
–A partir de su tesis, ¿qué puede cambiar en la siembra directa?
–Se piensa que la siembra directa aumenta la materia orgánica (carbono orgánico) en el suelo. Pero eso se aplica sólo a la pampa húmeda. Lo que demostré es que en las zonas sub-húmedas esto no sucede. En comparación con las condiciones originarias (el monte nativo) los suelos perdieron materia orgánica durante la siembra directa.
Buenas prácticas
–¿Qué buenas prácticas agrícolas deben aplicarse?
–También demostré que los suelos descubiertos conservan menos humedad que los suelos que tuvieron cultivo invernal. Entonces, el suelo tiene que tener cultivos durante todo el año. También hay que realizar un estudio de suelo al menos una vez al año. Y, por supuesto, rotar los cultivos.
–¿Por qué los productores no siembran en invierno?
–Porque piensan que es un gasto, cuando en realidad es una inversión. No hace falta que lo cosechen. Con esto van a disminuir la erosión y mejorar la entrada de agua en el suelo. Primero porque con cobertura evitan el impacto de la lluvia en el suelo y segundo porque con un cultivo aumenta la porosidad del suelo.
–¿Qué opina de quienes demonizan la soja?
–Todos los cultivos son extractivos. El problema es que se hace monocultivo de soja. Año tras año se siembra lo mismo y se deja el suelo descubierto en invierno, cuando sufre mayor erosión eólica. Hay que rotar los cultivos y cubrir los suelos en invierno.
–¿Por qué decidió estudiar Agronomía?
–Me gusta el pensamiento lógico y preguntarme el por qué de las cosas. Y mi familia siempre estuvo vinculada con el campo. De allí surgió mi interés.
–¿Por qué se animó a estudiar el doctorado?
–No es común que alguien de mi edad se anime. Demanda un gran esfuerzo. Hay un compromiso mayor que un chico joven. El compromiso es con la vida y la verdad. Yo sigo el pensamiento jesuita. La verdad libera. Es un gozo personal haber hecho la tesis. Tiene más de mil análisis con 16 determinaciones cada uno, todas hechas en laboratorio y sin la ayuda de ninguna tecnología. Todas realizadas en la mesada del laboratorio.

Agrónomos con cabeza

Barbero cuenta con orgullo que un profesor de la UNC le pidió una copia de la tesis para fomentar entre sus alumnos el pensamiento proactivo. “Nuestros agrónomos salen al campo y se olvidan de pensar. Son ingenieros de tranquera. Al no pensar, repiten prácticas porque al vecino le fue bien. Se olvidan de que los suelos varían de un predio a otro”, dice.
–¿Es difícil convencer a “los gringos de campo” de que cambien sus prácticas?
–El desafío de los agrónomos es trabajar con ellos. Explicarles y mostrarles datos. Hoy el productor está abierto y ve lo que sucede en su campo.
–¿Los productores cuidan sus suelos?
–Me extraña que no cuidemos un capital tan grande como el suelo. La reserva mundial de suelos está en América del Sur, en especial, en Argentina. Nuestros suelos son un regalo de Dios. Los productores deben cuidarlos más. Un suelo se desertifica rápidamente, pero hacer un buen suelo lleva tiempo, más que la vida útil de un ser humano.
–¿Hay una tendencia a que los suelos cordobeses se desertifiquen?
–Es una palabra muy fuerte. No creo que haya una desertificación en el corto plazo, pero si seguimos con este mal manejo vamos camino a tener suelos desiertos.
–¿Qué le gusta hacer fuera de su trabajo?
–Soy una persona muy especial. Gozo estudiando.

Fuente:La Voz del Interior
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