La radiación solar recibida cada 10 días sobre la Tierra equivale a todas las reservas conocidas de petróleo, carbón y gas, por lo que las fuentes renovables de energía, como ésta, son esenciales al planificar el futuro.
Para usar el Sol en nuestro favor se cuenta con varias tecnologías, como los sistemas fotovoltaicos, es decir, aquellos que convierten la radiación solar en electricidad, además de las tecnologías fototérmicas y de concentración solar.
Las fuentes renovables de energía deberían ser parte de una planeación energética en el país.
Es necesario cambiar la política y diseñar un sistema nacional diferente que asegure el futuro del pais en este rubro. El camino lo dicta el uso de energías limpias. Relativamente todo lo que el humano hace, contamina. Se llaman así porque no producen gases de efecto invernadero ni contribuyen al calentamiento global.
A la hora de fabricar celdas solares se contamina. A fin de cuentas es una industria que usa materiales peligrosos como el silicio. Las fuentes renovables de energía causan impacto, pero no como las fuentes que usamos.
El desarrollo sustentable es aquel que no compromete la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus necesidades y busca la equidad entre los contemporáneos.
Los nuevos paradigmas de desarrollo deben reducir el empleo de energía fósil. Debemos cuidar y dosificar el petróleo y utilizarlo para la introducción de las renovables.


En nuestro país somos rápidos para copiar modas generadas en el exterior, desde las de los estilos de vida, hasta las que tienen que ver con acciones que influyen en la calidad ambiental. En contraste, somos aletargados para corregir los errores que conllevan tales modas. Enumerar algunos ejemplos de ello tomaría el espacio de esta y de varias futuras colaboraciones.
Me referiré hoy solo a un tema que, siendo básicamente correcto e interesante, se ha distorsionado con resultados ecológica y económicamente desastrosos: la producción de los biocombustibles (BC). Por su importancia, trataré el tema de forma que sea comprensible a todos los lectores, aun aquellos no versados en el tema.
Los BC son combustibles líquidos obtenidos a partir de materia orgánica fresca, renovable, en contraste con los tradicionales (gas, petróleo, carbón) que también provienen de materia orgánica, pero fosilizada y transformada por millones de años, y que no son renovables.
La mayoría de los BC (de primera generación) se producen a partir de cultivos para uso humano o animal y son de dos tipos, dependiendo de su forma de producción. Uno es el biodiesel a partir de aceites provenientes de grasas animales, de las semillas de una variedad de nabo (“canola”) o de palma africana de aceite; también se ensayan plantas de zonas semidesérticas (Jatropha) y cultivos masivos de algas. El otro es el bioetanol, producido por procesos de fermentación de materia vegetal con altos contenidos de azúcares o almidón. Los productos más usados son el bagazo de caña de azúcar, maíz y algunos otros cereales como trigo o cebada. Ocasionalmente se usa biomasa (madera y desechos vegetales) para producir varios tipos de energía. El propósito de los BC es reducir, o llegar a sustituir, el uso de combustibles fósiles, disminuyendo las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Los BC de segunda generación se producen de la planta completa o de biomasa, y es una tecnología no disponible aún comercialmente. Podrían aventajar a los BC de primera generación al reducir más GEI, producirse en tierras no agrícolas, requerir menos insumos (agua, fertilizantes) para su producción, no competir con alimentos humanos, etcétera.


Fuente: diarioecologia.com
La catástrofe en Japón ha vuelto a abrir el debate sobre la energía nuclear. En este artículo se analiza por qué esta energía no es una alternativa real, los peligros que implica y cómo ésta solo beneficia a unos pocos.
El reciente desastre en la central nuclear de Fukushima Daiichi en Japón ha disparado de nuevo el debate sobre la energía nuclear. El Gobierno japonés inicialmente decía que la situación estaba “controlada”, pero después se vio obligado a admitir que se han escapado peligrosas cantidades de radiación tras las explosiones. Además, se han cerrado 13 centrales más por daños.
La radiación ha llegado a la capital, Tokio, y en algunas zonas se han medido niveles de radiación 1.600 veces más altos de lo normal. Las preocupaciones sobre la seguridad de la comida se han extendido a Europa y EEUU. La segunda explosión hirió a once trabajadores, miles de personas han sido desplazadas y se verán afectadas las vidas de millones de personas más.
El desastre es otro trágico ejemplo del peligro que supone la industria nuclear para el mundo, y se podría haber evitado. Es una industria que prioriza sus beneficios a expensas de la seguridad y la salud públicas.
Los gobiernos del mundo están aprovechando la preocupación pública sobre el cambio climático para presentar la energía nuclear como una alternativa segura, barata y “verde”. Lo pintan como la única alternativa que puede cumplir las demandas actuales de electricidad. Desgraciadamente hay ecologistas que también lo ven como una solución a la crisis ambiental.
En realidad no cumple ninguna de estas cualidades, ni tampoco puede satisfacer las demandas mundiales de electricidad. Los intentos de dar impulso a la industria nuclear no tienen nada que ver con el cambio climático, sino con los intereses imperialistas de los países donde se genera la industria.
Una industria basada en mentiras
La mentira más grande sobre la energía nuclear es que representa una fuente energética ecológica porque no emite gases de efecto invernadero a la atmósfera. Lo cierto es que solo la última fase del ciclo nuclear, la fisión nuclear dentro del reactor, no genera grandes cantidades de dióxido de carbono. El resto del proceso de producción depende del uso de cantidades masivas de combustibles fósiles, incluyendo la extracción del mineral, el procesamiento de uranio, la fabricación de “torta amarilla” (óxido de uranio), el enriquecimiento, el transporte, la construcción de los reactores y finalmente el desmantelamiento y la gestión de los residuos.
Los reactores actualmente emiten un 30% de la cantidad que emite una central de gas. Las estimaciones actuales de las emisiones del ciclo nuclear asumen el uso de uranio de calidad superior. Pero la gran mayoría del uranio del mundo es de calidad inferior, y el proceso de extracción y procesamiento requiere aún más combustibles fósiles. De hecho, utilizando uranio de calidad inferior, el proceso entero emitiría la misma cantidad de gases de efecto invernadero que una central de gas. Construir las miles de centrales nucleares necesarias para proveer de electricidad a todo el planeta requeriría una cantidad inmensa de combustibles fósiles.
Además, la energía nuclear no es renovable. Está limitada por la cantidad de depósitos de uranio conocidos. Si la energía nuclear proveyera la mitad del suministro de electricidad actual del mundo, el uranio de calidad superior duraría menos de una década.
La tragedia de Japón ha dejado muy claro que las centrales nucleares no son seguras. Este desastre más reciente se enmarca en una historia de accidentes, fugas, incumplimientos en materia de seguridad, mentiras y encubrimientos, tan larga como la vida de la industria nuclear.
Como la mayoría de centrales nucleares, la central de Fukushima Daiichi tiene una larga historia de fallos y mentiras, incluyendo la falsificación de 29 informes de seguridad en 2002 por la empresa Tokio Electric Power Company, el encubrimiento de maquinaria dañada, fugas de agua radiactiva y la muerte de un trabajador en un accidente en 1993.
La catástrofe de Chernóbil en 1986 liberó al medio ambiente 400 veces más radiación que la bomba arrojada por EEUU en Hiroshima en 1945. El accidente desplazó a 5 millones de personas y 50 estudios concluyen que hasta ahora han muerto entre medio y un millón de personas por envenenamiento por radiación, cáncer y otras enfermedades relacionadas con materiales radiactivos. Todavía millones de personas viven en zonas contaminadas.
Además, las centrales nucleares no solo son peligrosas en momentos catastróficos. Varias investigaciones en Gran Bretaña, Alemania y EEUU identifican altas tasas de cáncer en las poblaciones cercanas a las centrales nucleares. Asimismo, hay graves riesgos para la seguridad y la salud en todas las fases del ciclo nuclear. La gente que trabaja en todas las partes del ciclo nuclear está expuesta a altos niveles de radiación.
Los residuos radiactivos del proceso de extracción se quedan en embalses que dejan entrar las partículas en el aire, el agua y, por tanto, en los ecosistemas. Una vez en la naturaleza, las partículas radiactivas siguen contaminando las fuentes de agua, el aire y las cadenas de alimentarias durante millones de años.
Lo más peligroso del ciclo nuclear son los residuos que se producen en la fisión dentro de los reactores que contienen uranio empobrecido, uranio y plutonio, el material que se usa para fabricar bombas atómicas. Estos residuos siguen siendo altamente radiactivos durante cientos de miles de años. Si se respira una millonésima de gramo de plutonio, puede causar cáncer de pulmón. Y de hecho todavía no hay ninguna instalación de almacenamiento permanente en el mundo.
Armas nucleares y competencia
La realidad de la industria nuclear es que es muy peligrosa y nada rentable. De hecho, no existiría sin enormes subsidios de dinero público. EEUU ha invertido 150.000 millones de dólares en la industria, mientras Japón invierte unos 2.000 millones de dólares de media anual. Si existe la tecnología capaz de suministrar toda la electricidad del mundo con energía renovable, ¿por qué los gobiernos siguen manteniendo una industria tan dañina y cara?
La respuesta es que la industria de la energía nuclear está estrechamente vinculada a la industria de armas nucleares —de hecho fue creada por ésta. Como la producción de energía nuclear también produce los materiales necesarios para fabricar armas nucleares, la industria resulta muy conveniente para los países que quieren producir armas para dominar a otros. Países como Israel, India, Pakistán y Sudáfrica han utilizado sus centrales nucleares para construir armas.
Esto no es casualidad. Las armas nucleares han jugado y siguen jugando un papel importante en las luchas entre ponencias imperialistas. Bajo el capitalismo, la competencia entre las clases dirigentes de cada estado para defender sus intereses económicos crea fricciones geopolíticas que el país con las armas más avanzadas domina.
Esto quedó muy patente en 1945 cuando EEUU dijo en relación a la bomba atómica que era necesario que “el uso inicial fuera adecuadamente espectacular para que la importancia del arma fuera reconocida internacionalmente”. Murieron 250.000 personas en Hiroshima para que EEUU pudiera demostrar su poder. EEUU todavía tiene las mayores reservas de arsenal nuclear.
Las demás potencias han expresado una ligera preocupación sobre la catástrofe nuclear en Japón, pero no van a abandonar a sus propias industrias. Al contrario, la mayoría tienen planes para desarrollarlas. Ya ha habido manifestaciones masivas en Alemania contra los planes de la canciller Ángela Merkel de prolongar las vidas de las centrales. Es este tipo de movilización la que es capaz de encarar y frenar a la industria nuclear y el apoyo de los gobiernos a ésta.
Cada euro gastado en la industria nuclear se le roba a la utilización de energías renovables que realmente pueden solucionar el cambio climático. El Estado español tiene 8 centrales nucleares y cada una es una potencial Fukushima o Chernóbil. Ahora más que nunca tenemos que rechazar el uso de la energía nuclear y exigir que los gobiernos inviertan directamente en energías renovables.
Daisy Farnham es militante de En lucha / En lluita 

Tener un grifo goteando durante 24 horas implica desperdiciar más de 30 litros de agua, lo que equivale a más de la mitad del agua que necesita una persona a diario para cubrir sus necesidades básicas.
Los datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) relacionados con el estudio del consumo de agua revelan que una persona necesita 50 litros de agua al día para cubrir sus necesidades básicas. El mal uso del agua y las fugas ocurridas en el hogar impactan negativamente en el medio ambiente y en los gastos domésticos.
Buenas prácticas, imprescindibles para reducir el gasto innecesario.
Si en cada hogar español hubiera un grifo goteando, se gastarían unos 450 millones de litros de agua al día, el equivalente a llenar 180 piscinas olímpicas. Un grifo que gotea puede llegar a perder más de 30 litros de agua diarios (Fuente: Ecologistas en Acción) y aumentar la factura anual un 5,29% (de 227 euros a 239 euros anuales). Según la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios), un hogar español paga de media 227 euros al año en la factura de agua, consumiendo 175 m3 anuales.
Hábitos para prevenir daños en las instalaciones domésticas:
• Revise la presión del agua, ya que una presión elevada en la instalación de agua puede ser causa de avería o ruido en las tuberías. Cuando se superan los tres bares, el agua sale con tanta fuerza que puede provocar fugas e, incluso, estropear los grifos. Para evitar estas situaciones se utilizan reductores de presión, unas válvulas que estabilizan este parámetro dentro de la vivienda.
• Revise su factura para comprobar que no haya una cantidad inusualmente alta de consumo de agua, ya que esto indica que hay una fuga en alguna parte.
• Compruebe si hay fugas, al menos una vez al año, en las tuberías, fregadero y accesorios de fontanería. Muchos electrodomésticos como congeladores, lavavajillas, calentadores y lavadoras tienen casquillos de caucho o arandelas que se debilitan con el tiempo, compruébelos y vuelva a colocarlos apretándolos bien.
• Tenga localizada la llave de corte de suministro de agua. Todos en la familia han de saber dónde está la válvula de corte para el suministro del agua, de esta forma podrán cortar el suministro rápidamente en caso necesario y, evitar así, daños mayores.
• Corte el suministro de agua para evitar escapes inesperados si planea estar fuera de casa durante un largo periodo de tiempo.


Fuente:diarioecologia.com
La abogada jujeña, Alicia Chalabe, advirtió que la Ley Nº 5674 sancionada en forma unánime por la Legislatura Provincial, que declara como recurso natural estratégico al litio y ordena la formación de un comité de expertos, a esta fecha, junto a otras disposiciones que se tomaron, son inconstitucionales y vulneran los derechos de las comunidades indígenas consagrados en el art. 75 inc. 17 de la Constitución Nacional y el Convenio 169 de la OIT, además de otras recomendaciones realizadas por órganos de vigilancia del cumplimiento de los Tratados incorporados a nuestra Constitución en el año 1994.
La letrada sostiene que "la consagración del derecho de participación implica que las comunidades indígenas siempre deberán ser consultadas cuando se pretendan adoptar medidas legislativas o administrativas que puedan afectarlas, ya sea en forma directa como indirecta y supone el derecho de consulta previa, así como el de asegurar la participación de los pueblos indígenas en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. También señala la Constitución que las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones".
Chalabe expresó que "este compromiso va de la mano del reconocimiento de la preexistencia de las poblaciones indígenas que se ha incorporado en la reforma constitucional de 1994 (Art. 75 inc. 17) y de respetar su derecho a la identidad social y cultural, adoptando acciones concretas para proteger sus derechos y garantizar el respeto a su integridad".
En un documento distribuido por la legista, se asegura que "la claridad de las normas citadas, que imponen cargas elementales al Estado provincial, hace que se deba considerar a todo gobierno que las desatienda, como discriminador de los pueblos indígenas, por falta de actividad, por ausencia de acciones positivas, por omisión en el reconocimiento de sus derechos y de lo que es de su legítima propiedad, según las normas constitucionales mencionadas. Esto fue reafirmado en un fallo reciente del Tribunal superior de justicia de Neuquén que rechaza una acción iniciada por una petrolera en contra de comunidades indígenas".
Señala finalmente que "por estas razones las comunidades indígenas de Salinas Grandes, Cuenca de la Laguna de Guayatayoc, de las provincias de Jujuy y Salta han acudido a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, invocando la violación de este derecho de consulta previo y de participación, que ahora queda comprobado con la ley dictada y a la espera de resolución".
Fuente:No a la mina


El domingo 8 de mayo, toda la comunidad de Gualeguaychú marchará una vez más al puente internacional General San Martín, para protestar por la instalación de la pastera Botnia-UPM.
Como lo ha hecho en otras seis ocasiones, la comunidad se sumará a una movilización pacífica que ha trascendido las fronteras del país y ha repercutido en los rincones más lejanos del mundo.
Desde 2004, y con cada nueva llegada del otoño, los asambleístas se abocan a la organización de esta movilización masiva al puente internacional “General San Martín”.
Como si se tratara de la ceremonia de un ritual, año a año los pasos se repiten. La jornada comienza en la ciudad, con la concentración en el Corsódromo a eso de las 10 de la mañana. Luego, motos, vehículos particulares, colectivos y camiones comienzan a marchar hacia el puente internacional. Cerca de las 13, se realiza la concentración en el óvalo, donde se eleva una oración ecuménica. Y a las 14, miles de vecinos comienzan a marchar por la vida con las banderas del pacifismo.
Una vez en el puente “General San Martín” ciudadanos que atraviesan una situación extraordinaria y no deseada entonan unidos el Himno Nacional Argentino y leen una proclama, con lo que se da por concluida esta simbólica marcha.

Convocatoria a estudiantes
Es importante recordar que la Asamblea Ciudadana Ambiental abrió una convocatoria a estudiantes secundarios para participar de un concurso de expresiones artísticas –video, bandera o slogan. Los jóvenes que quieran participar pueden hacerlo de manera individual o en grupos y deberán presentar las producciones en la Secretaria de la Asamblea Ciudadana Ambiental (que funciona en Casa de la Cultura -25 de Mayo 734) hasta el 2 de mayo inclusive, en el horario de 10 a 12.
El 4 de mayo, se realizará la exposición y evaluación de los trabajos por parte del jurado. Mientras que el 8 de mayo, a las 11.30, en el ovalo del puente se dará a conocer a los ganadores y se entregarán los premios. Las particularidades de las presentaciones podrán ser consultadas en la mencionada secretaría.
Fuente:El Argentino


Una encuesta realizada por la organización ambiental Greenpeace, demuestra que los argentinos rechazan ampliamente la utilización de la energía nuclear, por considerarla una fuente sumamente peligrosa, contaminante y costosa.
Los resultados son contundentes: siete de cada diez argentinos consideran que la energía nuclear es muy peligrosa o peligrosa, proporción que aumentó con respecto a una medición similar realizada en 2006, en ocasión de conmemorarse los 20 años del accidente de Chernobyl.
En este sentido, el mismo trabajo revela que el 64 por ciento de los entrevistados considera que la central nuclear de Atucha II no debería terminar de construirse y que el financiamiento previsto para este proyecto debería ser destinado a programas de energía eólica.
Cabe destacar que, con respecto a análisis efectuados en 2005 y 2006 y, según la consultora MBC Mori a cargo del muestreo, “se redujo el porcentaje de entrevistados que manifiestan ‘No saber’ sobre el tema nuclear. Este fenómeno se observa en todos los indicadores de la encuesta, probablemente influenciados por la reciente mediatización del tema”.
El estudio también demuestra que una cifra incluso mayor (74%), opina que se debería eliminar la opción nuclear en la generación de energía, y un contundente 78% apoya la realización de inversiones en proyectos de energías renovables.
El factor contaminante y los elevados costos de la energía nuclear, son otras de las inquietudes entre la población relevada, que son hombres y mujeres residentes en las principales ciudades del país (Ciudad de Buenos Aires, GBA, Córdoba, Rosario, Mendoza, Tucumán, Mar del Plata y parte de Neuquén).
“A 25 años del desastre de Chernobyl y a pocos meses de la tragedia de Japón, queda demostrado el contundente rechazo de los argentinos a la energía nuclear y la existencia de una posición sostenida de la población con respecto al desarrollo de este tipo de energía”, afirmó Ernesto Boerio, coordinador de la campaña de Clima.
Para recordar a quienes sufrieron esta tragedia e informar al público sobre los riesgos actuales de la energía nuclear, Greenpeace instaló esta mañana en Plaza San Martín (Av. Santa Fé. Monumento al General San Martín y a los Ejércitos de la Independencia) una muestra de fotos del reconocido fotógrafo holandés Robert Knoth, con imágenes de las víctimas.
 fuente: Greenpeace
Chernóbil, 25 años después
10:37 | Author: AcaPacha



Albert Einstein, que seguramente ha sido el mayor científico natural del siglo XX y uno de los grandes pensadores en el ámbito de la filosofía política-social, lo señaló y denunció lúcidamente con estas palabras: “Dado el estado de las cosas, los cuestionables logros obtenidos por nuestra generación en la era de las máquinas son tan peligrosos como una cuchilla de afeitar en manos de un niño de tres años. La posesión de unos medios de producción extraordinarios no ha aportado libertad, sino preocupaciones y hambrunas. Lo peor de todo es el desarrollo técnico que posibilita los medios para la destrucción de la vida humana, y los productos de laboratorio creados con tanto esfuerzo”.
Hoy se cumple el primer cuarto de siglo del accidente de Chernóbil. Junto con lo sucedido en Fukushima, junto con lo que sigue sucediendo en Fukushima, los dos grandes desastres –no los únicos desde luego- de la industria y energía nuclear, una energía que, se publicite lo que se quiera publicitar, no es limpia ni barata ni segura ni tampoco pacífica desde luego.
El sarcófago construido con urgencia sobre el reactor accidentado está agrietado, oxidado y notablemente deteriorado. Seguramente esto explica algunas de las decisiones o indecisiones tomadas en Fukushima. En la "zona de exclusión" viven 2.500 personas. Son trabajadores encargados de la construcción de un nuevo sarcófago. Deberá o debería estar acabado para 2015. Será financiado por países de todo el mundo. Ucrania no puede afrontar una factura de unos 1.500 millones de euros. Son las otras “externalidades” de la apuesta nuclear, de la atómica hybris fáustica.
Recientemente, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, visitó durante media hora el reactor número 4 de Chernóbil [1]. El paseo le resultó "una experiencia extremadamente conmovedora". Le acompañaron el presidente ucraniano, Víktor Yanukovich, y el director general de la OIEA, Yukiya Amano. El máximo responsable de las Naciones Unidas vinculó la actual crisis de Fukushima con el desastre de Chernóbil. "Debemos sacar las lecciones oportunas de estas tragedias". No explicitó qué “lecciones oportunas” había extraído o creía razonable extraer.
Por la tarde, los tres responsables políticos inauguraron en Kiev una conferencia científica sobre el accidente del reactor soviético. Ban Ki-moon fue entonces más directo: "La desafortunada verdad es que probablemente veremos más desastres de este tipo". No explicó las razones de su pesimismo antropológico pero no parece que el irresponsable cientificismo capitalista esté muy alejado de ello. Añadió: "Para muchos, la energía nuclear parece que es relativamente limpia y una opción lógica; pero la historia nos hace plantearnos preguntas dolorosas: ¿hemos calculado sus riesgos y beneficios?". ¿Cuál es el referente de este “muchos”? ¿Una opción lógica? ¿Para quién? ¿Balance de riesgos y beneficios? ¿Estaba tan alocado, sigue estando inconmensurablemente demenciado, el movimiento antinuclear como se repitió y se sigue repitiendo una y mil veces?
Manuel Ansede –“La vida sigue en los cementerios de Chernóbil” [2]- ha recordado algunas aristas del escenario post-nuclear. “Entonces [26 de abril de 1986] se formó una nube radiactiva equivalente a la de 400 bombas como la de Hiroshima, que se paseó por 150.000 kilómetros cuadrados de Bielorrusia, Ucrania y Rusia. Los pueblos cercanos a la central quedaron bañados en estroncio-90, relacionado con la leucemia, y cesio-137, vinculado a tumores en bazo e hígado. Los 50.000 habitantes de Prípiat, a sólo tres kilómetros del reactor, fueron evacuados en apenas día y medio. Las autoridades soviéticas urgieron a sus habitantes a que salieran de la ciudad prácticamente con lo puesto, asegurando que sería cosa de unos pocos días”.
El Organismo Internacional de la Energía Atómica calcula que unas 200.000 personas fueron realojadas para siempre tras la explosión del reactor. El martes 19 de abril de 2011, en una conferencia de donantes organizada en Kiev, Ucrania sólo consiguió recaudar 550 de los 740 millones de euros que necesita para sellar con acero el reactor soviético. Faltan 190 millones de euros.
Slavutich es una ciudad construida tras el desastre de 1986 para acoger a los trabajadores de la central, escapados de Prípiat y otros núcleos. Desde allí, diariamente, unas tres mil personas recorren 50 kilómetros para trabajar en Chernóbil.
En Público [3], Ernesto Sambora –“Los héroes olvidados”- recordaba otra cara de aquel inconmensurable desastre. “Ha pasado ya un cuarto de siglo, y aun así el contador Geiger que el cabo del ejército ucraniano lleva en el asiento trasero de su coche se dispara al cruzar la segunda barrera de exclusión, la que marca los 10 kilómetros previos antes de llegar a la zona cero del peor accidente nuclear de la historia”.
Serguei Anatólevich Kulish, que ha cumplido 50 años, fue uno de los llamados “liquidadores”. Tenía entonces 24 años. Hoy dirige la Asociación de Victimas de Catástrofes desde una modesta oficina en Leningrado-San Petersburgo. Serguei ha pasado por un calvario de enfermedades, complicaciones y dolor crónico. Actualmente lucha contra un nuevo tumor cutáneo abdominal que no duda en mostrar. En su optimista opinión, "Europa debe comprender los riesgos de la energía atómica”. En la Rusia post-soviética nadie quiere escucharle.
Serguei y una comunidad de unos 500 liquidadores viven en pisos de protección oficial donados por el Gobierno en el golfo de Finlandia, a una hora de Leningrado. Cuando llegaron allí, en los años noventa del siglo pasado, eran unas mil personas; el resto ha fallecido. Los bloques de edificios que los albergan, señala Sambora, “son el mejor ejemplo de su situación social: alejados de la urbe y mal comunicados, ellos mismos han tenido que pagar las reparaciones necesarias para hacer habitables sus viviendas, y sólo un pequeño monumento, que parece una lápida, semiabandonado e imperceptible bajo la nieve, recuerda la catástrofe vivida aquella primavera del año 1986”.
No maldicen su destino. Alguien tenía que hacerlo. Sí lamentan, en cambio, y profundamente, el olvido social e institucional del que son víctimas. Sus pensiones son muy bajas y tras la caída de la Unión Soviética perdieron las ayudas del Estado. Los alimentos y el transporte, de los que disfrutaban gratuitamente, pasaron a ser de pago, haciendo muy difícil su vida, la de sus viudas o sus huérfanos, que tienen pensiones medias de 150 euros. Afrontan, además, la peor de las situaciones imaginables para enfermos crónicos de muy escasos recursos: la privatización salvaje del sistema de salud. Es otra de las caras del afable capitalismo que rige en la Rusia que ha emergido de la destrucción de la Unión Soviética. Transitan por el lado salvaje de la vida.
Recordemos algunos pasajes de aquel terrible accidente [4] partiendo de nuestra conversación de 2008.
SLA: Sobre el accidente en la central nuclear de Chernóbil, del que no hace mucho se cumplieron 20 años, hubo una fuerte polémica en torno a sus efectos reales que aún sigue coleando. Se ha dicho que la potencia radiactiva del accidente (o de la catástrofe, como se prefiera) fue entre 50 y 100 veces la potencia de la bomba arrojada en Hiroshima. Desde fuentes oficiales se habló de un número reducido aunque importante de fallecidos, mientras que desde otras fuentes independientes se afirmaba que esa información había sido una gran manipulación, una falsificación desmedida y que los fallecidos y perjudicados fueron muchísimos más. Se han dado cifras de más de dos millones de ucranianos afectados, unos 700.000 de los cuales eran niños. Viktor Bryukhanov, el director de la central nuclear en el momento del accidente, ha acusado a las autoridades políticas de proteger ante todo la industria militar con mentiras, acusación que no excluye algunos sectores de las comunidades científicas. Tampoco han quedado al margen de sus críticas países y gobiernos poderosos -EEUU, Japón, Francia y Reino Unido- que, según él, ocultan las causas reales de los accidentes nucleares. Podrías explicarnos algo de esta polémica y por qué, desde posiciones oficiales u oficiosas, no se reconoce lo que realmente pasó y los dañinos efectos que ocasionó.
ERF: Es un tema que nos llevaría muy lejos. Un mínimo desarrollo exigiría un tratamiento largo y tendido. Intentaremos explicar aquí lo más importante.
Se creó, efectivamente, una importante polémica y no es casualidad que apareciese recientemente. El origen de ello es un informe que salió a la luz en septiembre de 2005, informe que se publicitó mucho medio año después. Apareció como un documento de la OMS, de la Organización Mundial de la Salud, en el que se nos iba a decir la verdad sobre Chernóbil y en el que se daba “la versión definitiva” de los efectos.
Mucha técnica publicitaria como ves. Es muy espectacular como, por ejemplo, presentaron el resumen de prensa. Está escrito en inglés: “Chernobyl: the true scale of the accident; 20 Years Later a UN Report Provides Definitive Answers and Ways to Repair Lives”. ¡La verdad definitiva sobre Chernóbil!
El informe, tal como fue comunicado, es un libro de más de 600 páginas, editado en tres volúmenes, del que se publicó por la AIEA una versión sinóptica de 55 páginas (Chernobyl’s Legacy: Health, Environmental and Socio-Economic Impacts) que es en realidad lo que se presentaba a los medios. En cambio, el breve texto que tanto ha impactado a la prensa es un resumen de 6 o 7 páginas, al que realmente, desde un punto de vista científico, no se puede dar ningún valor. En él se afirma que según los datos del Informe unas 4.000 personas pueden llegar a fallecer a lo largo del tiempo -que en el informe completo se precisa en un período de 70 años- por la exposición a la radiación liberada hace 20 años en al accidente, que seguramente no va a haber más muertos y que la gente se puede reinstalar en los territorios afectados.
Prácticamente es una apología del retorno al uso de la energía nuclear. Esto es en resumen lo que viene a decir el informe que causó gran sorpresa y gran controversia. No era para menos.
Pero el informe fue publicado por la OMS. ¿No es así? Por lo tanto, en principio, es creíble, no es mera publicidad.
Efectivamente. Este informe se ha publicado y publicitado por la OMS pero ocurre con él lo que ya hemos comentado. En realidad, el estudio ha sido elaborado fundamentalmente por la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) de Viena. Desde 1959 existe un convenio por el que la OMS, para cualquier asunto relacionado con cuestiones nucleares, remite y se pone de acuerdo con esa agencia atómica.
¡Pero esto es un escándalo!
Lo es, efectivamente. El convenio estipula, entre otras restricciones, que los estudios de la OMS en materia nuclear, previamente a su publicación, deben ser revisados por la AIEA, no deben ser negativos con la Agencia ni tampoco deben impedir la promoción de la energía nuclear. La Agencia se fundó, en la época de los “átomos para la paz”, por la Organización de las Naciones Unidas, para promocionar el uso de la energía nuclear, por un lado, y por otro, cuando se firmó el TNP, el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, para vigilar, de ahí su actual intervención en el caso de Irán, y de paso su flagrante inhibición en las actividades atómicas de otros países. Aún hoy en sus publicaciones aparece el eslogan “Atoms for Peace”. Si uno entra en la web de la agencia, verá que todo lo que allí se afirma es una defensa del uso de la energía nuclear. No olvidemos que es una agencia de la energía atómica. Ahora están con un foro, que ya existe desde hace años, para promocionarla como solución a Kyoto, como energía limpia, como energía moderna, en neta coincidencia con las posiciones de la administración del presidente en Jefe Bush II.
No deben ser pocas las presiones políticas.
Exactamente. Se dan aquí todas las presiones políticas que puedas imaginarte y algunas más. Cuando se mira con detalle el informe al que nos estábamos refiriendo, y aunque se ha publicitado como un informe de la OMS científico e independiente, se observa que los créditos otorgados para su realización provienen de un ente denominado “The Chernobyl Forum” compuesto por la AIEA, los gobiernos de la Federación Rusa, de Bielorrusia y de Ucrania, el Banco Mundial, el UNSCEAR (United Nations Scientific Committee on the Effects of Atomic Radiation), institución de vida más bien lánguida, y otros organismos de la ONU sin relación con la cuestión (UNSP, FAO). A la OMS la han incluido también pero más bien como adorno, para no levantar sospechas, para ganar credibilidad científica. De hecho, el tal Foro no deja de ser una entidad nominal.
Desde un punto de vista científico, metodológico, ¿cuál es tu opinión sobre este informe? ¿Te parece un buen informe?
El informe una vez se analiza, y téngase en cuenta que es muy prolijo y que es realmente muy técnico, presenta numerosos sesgos derivados de las limitaciones y objetivos originarios impuestos al estudio. Se ha realizado sobre áreas muy pequeñas de Ucrania, de Rusia y de Rusia Blanca (Bielorrusia o Belarus), sobre áreas contaminadas claro está, pero que no representan exactamente ni de lejos todas las áreas afectadas. No representan en absoluto las áreas de esos países ni del resto de Europa que sufrieron alteraciones importantes por el accidente. Lo mismo puede decirse sobre la población considerada para estimar los efectos de la contaminación radiactiva. Las cifras proporcionadas por el Informe, los antes citados 4.000 casos de cánceres que podrían llegar a producirse, por ejemplo,  se refieren solo a un grupo de alrededor 600.000 personas, mientras que la población que vive en las áreas contaminadas de Ucrania, Rusia Blanca y Federación Rusa alcanza, según los informes de estas mismas repúblicas, los cinco millones. Y esa cifra también puede considerarse una subestimación.
Creándose, por lo tanto, una importante confusión sobre estos temas.
Efectivamente. Un ejemplo de la confusión generada sobre la cuestión lo podemos encontrar en otro comunicado de prensa de la misma OMS efectuado el 26 abril de 2006 con motivo del vigésimo aniversario del accidente. En este caso la OMS es más prudente que en el comunicado anterior —quizá por las numerosas críticas recibidas— y se refiere a un nuevo Informe, publicado por ella (Ginebra 2006), sobre los efectos sanitarios. Aquí, aquellos 4.000 posibles cánceres mencionados en septiembre, se elevan a 9.000 y se constata que alrededor de 5.000 niños y adolescentes en el momento del accidente han sido diagnosticados de cáncer de tiroides, y que es muy probable que nuevos casos de este tipo de cáncer sigan produciéndose en el futuro. Acepta, además, que más de cinco millones de personas (¡cinco millones!) siguen viviendo en la actualidad en áreas contaminadas con material radiactivo. Aquí conviene ir a los datos originales del mismo Informe, donde se constata que considera sólo a los residentes —los cinco millones mencionados— en áreas con niveles de cesio radiactivo (Cs 137) superiores a 37.000 Bq/m2 en Bielorrusia, Ucrania y la Federación Rusa. La población de territorios con actividades inferiores se ignora. Por otra parte es asombroso que, según dicho Informe, alrededor de 270.000 personas sigan viviendo en áreas que la extinta Unión Soviética clasificó como “zonas estrictamente controladas”, territorios donde la radiactividad supera los 555.000 Bq/m2.
Antes he comentado que en la República Checa se han realizado recientemente trabajos de investigación, que han sido publicados en revistas científicas internacionales, sobre la muy alta tasa de cánceres de tiroides que aparecieron a lo largo de los cuatro o cinco años inmediatamente siguientes al accidente, y sobre otro tipo de fenómenos patológicos. Estos son los pocos datos que se tienen sobre estas áreas externas a la antigua Unión Soviética. Pero dentro de las tres repúblicas mencionadas de lo que fue la URSS –Rusia, Ucrania, Biolerrusia-, el estudio se restringe sólo a determinadas áreas, seleccionadas además con criterios un tanto oscuros.
En cuanto a la metodología seguida.
Es altamente discutible la metodología que se ha empleado. Leyendo el informe con atención ves que incluso hay una gran incertidumbre sobre el tipo de métodos que se han seguido.
Al mismo tiempo ha aparecido, también recientemente, un estudio de la Academia de Ciencias de la Federación Rusa que han publicado en forma de libro y que es también altamente crítico con aquel informe. Se calcula en este estudio de la Academia de Ciencias que han sido más de 200.000 las personas afectadas a lo largo de estos 20 años.
En el estudio de la OMS, por ejemplo, no queda en absoluto claro como cuentan y estudian a los famosos liquidadores, aquellos millares de personas —unas 250.000 sólo en 1986 y 1987— que intervinieron inmediatamente para construir el famoso sarcófago de Chernóbil con el que se cubrió el reactor destrozado. El informe de la AIEA/OMS habla de 15 fallecidos entre estas personas. Los mismos datos rusos los aumentan a centenares. Seguramente, entre 800 y 1.000 de estas personas murieron por efecto de la radiación aguda.
Nos encontramos, pues, que el estudio de la Academia de Ciencias de la Federación Rusa establece cifras diez veces superiores con respecto al estudio de la OMS/AEIA. Insisto: ¡10 veces más!, no una mera diferencia de matiz o de redondeo de la última cifra.
Hay, además, otros informes científicos que también establecen datos muy distintos, que en absoluto coinciden con el informe de la OMS.
Para ti,¿ qué cifras son las más correctas?
Desde un punto de vista estrictamente científico, yo no puedo saber, Salvador, cuáles son las cifras exactas o qué cantidades reflejan mejor la realidad de los hechos. Los datos disponibles indican que hubo, que hay afecciones, pero no existe ningún estudio global de todas las zonas contaminadas de Europa que indique cuántas afecciones se han producido realmente. Existen informes parciales, como éste que explicaba de Chequia; existe también el informe de la Academia de Ciencias de Ucrania, en todos ellos se dan cifras muchísimo más altas que las que cita este informe de la AIEA/OMS.
Existen, además, investigaciones y datos que no han sido publicados. Durante muchos años, en lo que fue la extinta Unión Soviética, todos estos informes fueron reservados.
¿Se han publicado datos sobre la contaminación producida por el accidente en otros países europeos?
Tampoco, tampoco. Francia, por ejemplo, nunca ha publicado datos de la contaminación producida por Chernóbil. Recuerdo lo que pasaba cuando cruzabas el Rin en aquella época. En Alemania y Suiza, al cabo de los años, seguían y siguen manteniendo reservas y controles sobre cierto tipo de setas, sobre ciertos productos silvestres, porque el estroncio 90 y el cesio 137 están allí, permanecen allí, y si se cruza el Rin en dirección a Francia, los bosques, claro está, siguen siendo los mismos, los territorios no han cambiado, pero, mágicamente, parece que existiera una frontera “nacional” que hubiera parado la radiación. En Francia, como es sabido, casi todas las cuestiones radiactivas son reservadas.
Tenemos actualmente informes sobre zonas contaminadas de Inglaterra, datos que muestran, lo que es muy paradójico, que no hay unos criterios uniformes de análisis. Al mismo tiempo, en el mismo momento, en Bielorrusia, por ejemplo, se aceptan unos límites para la leche; en cambio, en Rusia se aceptan otros, y en Ucrania otros distintos, y estos límites no están próximos en absoluto, varían desde los 20 hasta los 200 becquerelios por litro en estas tres repúblicas. No hay siquiera unos criterios de protección homogéneos y, no olvidemos, que sigue habiendo radiactividad en muchos productos de estas zonas. Lo que pasa es que se han considerado o se quieren considerar seguros ciertos valores y entonces se dice de cara a la tranquilidad de la opinión pública que aquí no pasa nada, que no hay ningún peligro.
En tu opinión, ¿qué debería haberse hecho? ¿Cómo debería haberse obrado si se hubiera querido obrar correctamente?
Lo que debería haberse hecho, como ya hemos comentado antes, es haber establecido un sistema paneuropeo de radiovigilancia y de estudio de los efectos. No existe tal sistema. Entonces, frente a un informe como el que comentamos, yo, que no acostumbro a ser tan tajante, considero en este caso que no tiene valor científico alguno, que no podemos considerar ni dar valor al estudio de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Hay otros informes de la OMS, en los que al parecer no ha intervenido tanto la Agencia, que son muy distintos, aunque son muy técnicos, y, sobre todo, cuando uno se remite a lo único que tiene valor, a lo único válido desde un punto de vista riguroso, aunque desde luego también sea bueno mantener ciertas reservas, es decir, a los análisis científicos publicados en revistas reconocidas con comités de revisión por pares. Estos datos nos indican precisamente que el informe de la Agencia Internacional no se sostiene en absoluto.
¿Cuáles son entonces los datos reales?
Como te decía, no lo podemos saber con precisión. Unos hablan de 200.000 personas, otros de 50.000, nadie puede decirlo con seguridad. Lo que sucede es que las cifras de valores tan bajos no pueden ser aceptadas cuando ya tenemos datos de aquella época en los que la misma gente que estuvo trabajando directamente en la central, y los datos sanitarios de la propia URSS, señalaban que hubo una mortalidad importante y existen, además, otras investigaciones publicadas que aseguran que en determinadas zonas ya tuvieron en aquellos momentos niveles altos de mortalidad. Tampoco podemos hacer mucho caso de lo que, a veces, son básicamente reportajes periodísticos. Con todos mis respetos hacia el buen periodismo, hay informes de este tipo que son poco rigurosos.
¿Puedes precisar un poco más? ¿A qué te refieres exactamente?
Pues, por ejemplo, cuando se dice: he hablado con una campesina y me ha dicho que los terneros le nacen con dos cabezas o que hay “montones” de niños, sin más precisión, con malformaciones. Este tipo de informaciones no tiene valor científico. Para obtener buenos resultados hay que aplicar una metodología estricta. Los instrumentos, para poder analizar lo que ha ocurrido son conocidos, los tenemos, están a nuestro alcance. En los casos concretos en que se ha seguido una buena metodología, en el estudio del cáncer de tiroides por ejemplo, es innegable que ha habido un impacto muy importante. No podía ser de otro modo.
En definitiva, no es que no puedan realizarse buenos estudios, sino que no quieren hacerse investigaciones independientes que tengan el conocimiento verificable de los hechos como finalidad central. Los intereses políticos y económicos nuevamente están situados en el puesto de mando; el dinero hace girar el mundo, cantaba Liza Minnelli y aquel inolvidable presentador en Cabaret. Money, money, money... era el estribillo de aquella tonadilla. Pues eso.
Podemos intentar un resumen sobre este punto si te parece.
Me parece. Más de veinte años después de la catástrofe de Chernóbil no hay aún una evidencia clara sobre el impacto real de la radiación en la salud y persisten las divergencias según las diversas fuentes de información que se utilicen. Sería preciso aunar esfuerzos a nivel internacional para continuar analizando la situación en las áreas más contaminadas mediante estudios epidemiológicos analíticos a largo plazo, pero para ello es necesario que exista una voluntad política clara y recursos económicos para el financiamiento de la investigación. A pesar de la magnitud del desastre, la inversión destinada a todo tipo de investigaciones sobre Chernóbil en los últimos veinte años, incluyendo la militar, no ha llegado a 10 millones de dólares. El desastre de Chernóbil ofreció la oportunidad de investigar ampliamente los efectos de la exposición a radiaciones sobre la salud y el medio ambiente; sin embargo, la comunidad internacional ignoró muchos informes existentes en los territorios contaminados, algunos de ellos publicados pero solo en lengua rusa, y también otros al carecer de posibilidad de acceso por intereses políticos.
Jorge Riechmann, entonces presidente de CiMA, lo expresó en 2007 con estas palabras: “Quienes hablan, hoy, de seguir construyendo reactores nucleares no han comprendido nada de la tragedia de Chernóbil. Y Chernóbil era, quizá, la última advertencia de la que podíamos aprender, si es que ha de existir en el futuro una humanidad libre sobre una Tierra habitable. Mi convicción personal es que la única energía nuclear limpia y segura, que hemos de reivindicar sin tregua, es la de las reacciones de fusión que tienen lugar en el interior del sol y nos llegan luego en forma de bendita luz solar que caldea la atmósfera, mueve los vientos y nutre la vida”.
¿Qué puede decirse hoy tras este nuevo Chernóbil a cámara lenta que estamos viviendo?

Eduardo Rodríguez Farré y Salvador López Arnal


Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial la producción agropecuaria sufrió un cambio tecnológico trascendental, que devino en el paradigma del productivismo, sobre la base de la explotación intensiva de las tierras. Este consistió en un proceso acelerado de desarrollo de nuevas tecnologías, principalmente de maquinarias e implementos diversos, de fertilizantes, plaguicidas y otros agroquímicos, así como de tecnologías de preparación del suelo y manejo del cultivo, incluyendo el mejoramiento genético para lograr variedades con alta respuesta productiva.
Después de más de 50 años de lo que se llamó “Revolución Verde”, el saldo de experiencias es inmenso, pues efectivamente se logró incrementar la producción de alimentos frescos o procesados para el mercado y de biomasa como materia prima para la agroindustria. Se ha acumulado una gran cantidad de información científica y técnica, debido a diversas fuentes de financiamiento que han tributado a universidades y centros científicos, la mayoría de estos creados durante este periodo, entre otros avances en lo que se ha nombrado también “tecnologías de punta”, las que a través de la globalización han devenido en un sistema de colonización tecnológica para muchos países.
Esto ha contribuido a que se aceptara internacionalmente que la agricultura se realice mediante “paquetes tecnológicos”, los que han proliferado a escala internacional a través de empresas de maquinaria, agroquímicos y semillas, las que se han “replicado” en los diferentes países mediante normativas e instructivos de cultivos y crianza de animales, “adaptados” y “mejorados” para la agricultura local por investigadores, especialistas y funcionarios de entidades nacionales e internacionales.
El saldo social de este enfoque tecnológico es de tal magnitud que en los centros de enseñanza de diferentes niveles, incluyendo las universidades, en las entidades de servicio público (ministerios, institutos, etc.) y en la población en general, se ha generalizado la percepción de que la agricultura es únicamente cuestión tecnológica y que esta debe realizarse mediante el uso de maquinarias e insumos externos, sobre todo importados, para lograr incrementos productivos a través de la explotación intensiva del suelo en campos de grandes extensiones.
El éxito de este enfoque en la percepción social se expresa por el hecho de que ante las crisis internacionales de los últimos años (económica, energética, alimentaria, climática, valores y otras), generadas por la globalización de la economía, los decisores recurren con frecuencia a dicho modelo, sin analizar que precisamente es una de las causas de estas crisis y conduce al ciclo vicioso de las tecnologías que ha caracterizado a la producción agropecuaria en los últimos 60 años.
Sin embargo, se obvia o no se desea analizar y mucho menos informar a los estudiantes y el gran público, los errores cometidos con la explotación intensiva de las tierras, principalmente los efectos negativos debido a afectaciones del medio ambiente y la biodiversidad, a la salud integral de las personas, a la percepción de la población, los gastos excesivos de energía y la contribución al cambio climático, entre otros efectos degradativos de gran complejidad, también ampliamente documentados científicamente.
Incluso, muchas veces se menciona como política agraria el nuevo paradigma de la “agricultura sostenible”, se discursa sobre protección del medio ambiente y la biodiversidad y no se actúa en consecuencia, como lo demuestra el hecho de que aun más del 50% de los proyectos de investigación de las universidades y los centros científicos tributan a la agricultura intensiva, con mayor énfasis a la agricultura biotecnológica especializada para la agroindustria, que se sustenta en tecnologías que requieren de grandes extensiones de monocultivos.
Los eslabones más débiles y afectados en esta “cadena productiva” son los que están en los extremos: primero el agricultor y finalmente el consumidor. Ambos deben asumir costos de diversas características, que van mucho más allá de la clásica “economía agropecuaria” que se sustenta únicamente en el valor monetario.
De hecho muchas personas califican habitualmente este análisis como “romántico”, pues expresan que “hay que comer” y eso solo se logra con producciones “protegidas con agroquímicos”, lo que constituye un permanente conflicto de intereses que ha afectado muchísimo las demandas de la sociedad hacia el sector agropecuario.
Lo más negativo de este asunto social, económico y ambiental es que las decisiones, muchas veces desesperadas por la necesidad de incrementar la producción, generalmente se enfocan hacia el modelo productivista, el que sigue siendo ese viejo paradigma que se originó durante los años 50-60 del pasado siglo.
Ahora en el año 2011, a más de medio siglo de haber surgido dicho paradigma, cuando se requiere una agricultura que reduzca gastos energéticos, incremente la producción de alimentos, garantice la salud y se adapte al cambio climático, entre otras demandas, resulta errado que la sociedad, donde ha proliferado la cultura, la ciencia y la democracia, se mantenga “atada” a viejos enfoques tecnológicos agropecuarios, y se necesita reconocer que producir alimentos no es solamente cuestión tecnológica, sino también cultural, social y ambiental, pero además, tanto la producción como el consumo de alimentos constituye un acto ético.
En particular sobre productividad agropecuaria, calidad de alimentos, efectividad económica y energética, así como salud integral, hay muchísimas informaciones científicas y experiencias de agricultores que demuestran que una agricultura con enfoque de sostenibilidad (base agroecológica) puede transitar hacia sistemas agrícolas de nuevo tipo, los que estarán en mejores condiciones para solucionar la mayoría de los problemas que enfrenta el sector agropecuario en muchos países.
Precisamente, el conflicto de intereses ocurre porque la agricultura sostenible contribuye a la soberanía tecnológica y eso afecta a muchísimos intereses. Por ello se afirma que “jugar” con las tecnologías globalizadas ha sido uno de los principales errores de enfoque de la producción agropecuaria en América Latina, Asia y África. Precisamente en países de África, donde en los últimos años se ha implementado el modelo de la “Revolución Verde”, las incompatibilidades de estas tecnologías en los sistemas agrícolas se están expresando en diferentes dimensiones, algunas de ellas no muy evidentes o enmascaradas, pero que tienen impactos negativos en el orden económico, tecnológico, social y ambiental.
Para la mayoría de los agricultores en América Latina y el Caribe, donde los recursos económicos escasean, la asistencia técnica es limitada e inadecuada y los efectos del cambio climático son significativos, la introducción de estos “paquetes tecnológicos” no resulta compatible, lo que muchas veces se expresa en el tiempo, cuando la “tecnología de punta” introducida no se mantiene o comienza a manifestar deficiencias. Proliferan las mezclas tecnológicas en fincas de agricultores de medianos y bajos ingresos, en que los resultados productivos son bajos y el costo económico y energético es elevado.
En Cuba, por ejemplo, donde se ha avanzado notable y exitosamente hacia la producción agropecuaria sostenible en sistemas campesinos, en la agricultura de montaña y en la agricultura urbana, donde se evidencian avances paulatinos en la agricultura suburbana, entre otros resultados, resulta de alto riesgo la introducción de estos “paquetes tecnológicos” superintensivos, caracterizados por el uso de agroquímicos, la mecanización y las variedades transgénicas. Por supuesto, los efectos negativos de estos “polos tecnológicos” son mayores cuando dichas tecnologías son introducidas e implementadas íntegramente “de afuera”, con la misma percepción de los “espejitos de los colonizadores”.
En la época de la conquista, los espejitos vislumbraban a los nativos y se los cambiaban por diversos recursos naturales, pero no resolvían sus problemas fundamentales y lo que sucedió después es bastante conocido. Actualmente, las tecnologías llamadas de “punta” en la producción agropecuaria, vislumbran de igual forma, pero no son la solución del problema de la seguridad y soberanía alimentaria.
La documentación científica sobre este tema es profusa y suficientemente esclarecedora, los debates de especialistas y técnicos en diversos escenarios constituyen una valiosa argumentación y, lo más importante, la percepción de muchísimos agricultores es irrebatible.
Estas evidencias sugieren que se debe desaprender el enfoque tecnológico del productivismo, que ha colonizado a la producción agropecuaria en muchos países del Mundo a través de la globalización.
Lo antes expuesto, a manera de reflexión personal, es una sugerencia de que el nuevo paradigma en la producción agropecuaria es la soberanía tecnológica para el manejo sostenible de tierras; es decir, no transformar, sino adaptarse a los ecosistemas.
Más importante que aprender es desaprender (E. Punset)


LUIS L. VÁZQUEZ MORENO
La deforestación de la selva del Amazonas se ha multiplicado por seis en los últimos años como consecuencia de la subida del precio del oro, ya que esta situación ha llevado a los mineros a pequeña escala a explotar aún más la zona, según un nuevo estudio de la Universidad de Duke.

El trabajo, publicado en 'PLoS ONE', se basa en un combinado de imágenes captadas por satélites de la NASA durante los últimos seis años, además de en los análisis realizados acerca de los precios del oro y las importaciones de mercurio.
Así, se ha determinado que alrededor de 7.000 hectáreas de bosques vírgenes y humedales se han convertido en centro de minería entre 2003 y 2009 con un aumento dramático de la deforestación. "Existe una zona concreta en la que se ha extendido la práctica minera, pero también hay muchas áreas dispersas, pequeñas pero en expansión, que son más difíciles de controlar y que pueden desarrollarse rápidamente", ha explicado una de las colaboradoras del estudio Jennifer Swenson.
Swenson ha señalado que gran parte de la deforestación visible en las imágenes de los satélites ha sido causada por la minería no regulada, por los mineros artesanales que, según ha apuntado, es gente de clase social baja y de poblaciones marginadas.
"No hay una gran empresa minera detrás de este poblema son mineros autónomos que suelen carecer de tecnología moderna, tienen un conocimiento limitado de los efectos de la minería en la salud ambiental o humana y no saben limitar la liberación del mercurio que usan para procesar el oro", apunta.
Según explica la investigadora, la mayoría de las minas de oro artesanal de la zona provienen de los depósitos aluviales de los cauces y llanuras del Amazonas. Los mineros asedian las riberas de los ríos y los bosques claros, con planicies de inundación, para buscar posibles depósitos de grava de oro y usan mercurio para procesar el mineral.
En este sentido, destaca que el mercurio contamina el agua del río y del suelo, y los estragos en el sistema nervioso de los mineros y sus familias también "pueden der graves".
Además, Swenson apunta que la minería de oro a pequeña escala es la "segunda fuente más grande de contaminación por mercurio en el mundo", sólo por detrás de la quema de combustibles fósiles. Del mismo modo, advierte que el mercurio de las minas artesanales "pueden viajar cientos de kilómetros en la atmósfera, en las aguas superficiales o asentarse en los sedimentos y ascender en la cadena alimentaria en peces, mamíferos salvajes que se alimentan de éstos y seres humanos".
MANIFIESTO ECOLOGISTA
 En el año 1854 el jefe indio Noah Sealth  respondió de una forma muy especial a la propuesta del presidente Franklin Pierce para crear una reserva india y acabar con los enfrentamientos entre indios y blancos. Suponía el despojo de las tierras indias. En el año 1855 se firmó el tratado de Point Elliot, con el que se consumaba el despojo de las tierras a los nativos indios. Noah Sealth, con su respuesta al presidente, creó el primer manifiesto en defensa del medio ambiente y la naturaleza que ha perdurado en el tiempo. El jefe indio murió el 7 de junio de 1866 a la edad de 80 años. Su memoria ha quedado en el tiempo y sus palabras continúan vigentes.
 CARTA DEL JEFE INDIO Noah Sealth, 1854

"¿Como se puede comprar o vender el firmamento, ni aun el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida.

Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿Como podran ustedes comprarlos?

Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocio en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto, es sagrada a la memoria y el pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los arboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas.

Los muertos del hombre blanco olvidan su pais de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas, en cambio nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y asimismo ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran aguila; estos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los humedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia.

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Por todo ello, cuando el Gran Jefe de Washington nos envia el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos esta pidiendo demasiado. Tambien el Gran Jefe nos dice que nos reservara un lugar en el que podemos vivir confortablemente entre nosotros. El se convertira en nuestro padre, y nosotros en sus hijos. Por ello consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es facil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros.

El agua cristalina que corre por los rios y arroyuelos no es solamente agua, sino que tambien representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos tierras, deben recordar que es sagrada, y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagorico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

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Los rios son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los rios son nuestros hermanos y tambien los suyos, y por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.

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Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. El no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atras la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra de sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres, como el patrimonio de sus hijos son olvidados.Trata a su madre, la Tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorara la tierra dejando atras solo un desierto. No se, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena la vista del piel roja. Pero quizas sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada.

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No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar como se abren las hojas de los arboles en primavera o como aletean los insectos. Pero quiza tambien esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido parece insultar nuestros oidos. Y, despues de todo, ¿Para que sirve la vida, si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque? Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, asi como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodia o perfumado con aromas de pinos. El aire tiene un valor inestimable para el piel roja, ya que todos los seres comparten un mismo aliento – la bestia, el arbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos dias es insensible al hedor. Pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire no es inestimable, que el aire comparte su espiritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, tambien recibe sus ultimos suspiros. Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas. Por ello consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondre una condicion: El hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.

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Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de bufalos pudriendose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una maquina humeante puede importar mas que el bufalo al que nosotros matamos solo para sobrevivir.

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¿Que seria del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre tambien moriria de una gran soledad espiritual; Porque lo que le sucede a los animales tambien le sucedera al hombre. Todo va enlazado.

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Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos.Inculquen a sus hijos que la tierra esta enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurriria a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a si mismos.

Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado.

Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrira a los hijos de la tierra. El hombre no tejio la trama de la vida; el es solo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a si mismo. Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con el de amigo a amigo, queda exento del destino comun.

Despues de todo, quizas seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quiza el hombre blanco descubra un dia: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que El les pertenece lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es asi. El es el Dios de los hombres y su compasion se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para El y si se daña se provocaria la ira del creador. Tambien los blancos se extinguiran, quizas antes que las demas tribus. Contaminan sus lechos y una noche pereceran ahogados en sus propios residuos. Pero ustedes caminaran hacia su destruccion, rodeados de gloria, inspirados por la fuerza de Dios que los trajo a esta tierra y que por algun designio especial les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por que se exterminan los bufalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes.. ¿Donde esta el matorral? Destruido. ¿Donde esta el aguila? Desaparecio. Termina la vida y empieza la supervivencia."




Lo asegura un estudio realizado por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, la UBA y el Instituto Tecnológico de Buenos Aires. Faltan leyes y las que existen no se aplican.
El cambio climático ya está afectando a la población y a los ecosistemas, con el retroceso de los glaciares, la reemergencia de enfermedades como el dengue o la mayor frecuencia de inundaciones, pero la Argentina sigue sin estar bien preparada para enfrentarlo o para al menos minimizar el impacto que se sufrirá. Lo asegura un estudio realizado por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), que contó con apoyo para su elaboración de instituciones académicas: el Instituto Tecnológico de Buenos Aires, las facultades de Derecho, de Arquitectura y Urbanismo, y la Maestría de Gestión Ambiental Metropolitana, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.
En el informe, que puede leerse en Internet ( www.farn.org.ar ) se advierte el estado de situación de los principales problemas ambientales relacionados con el cambio climático. “Lo que tenemos es un diagnóstico de la situación, pero no queremos quedarnos en la queja, sino que presentamos propuestas concretas para movilizar estos problemas que nos afectan a todos y a las futuras generaciones de argentinos”, dijo a Clarín María Eugenia Di Paola, directora ejecutiva de la FARN y especialista en derecho ambiental.
En el trabajo, se subraya que si bien el Congreso sancionó las leyes como las de preservación de los glaciares y sus áreas cercanas y la ley de bosques, aún no se están implementando en todo el territorio nacional.
En el caso de los glaciares, que en su mayoría están en retroceso según múltiples estudios científicos, hubo demoras en la reglamentación de la norma que fue sancionada en setiembre del año pasado. Recién en marzo, el Gobierno dispuso que el Conicet inicie el relevamiento de las zonas de glaciares y periglaciares. “Pero aún no definió las zonas prioritarias donde hay actividades humanas que pueden estar afectando a los glaciares, como la minería, ni tampoco empezó con las auditorías”, comentó Di Paola. Desde Greenpeace Argentina y más de 40 organizaciones ambientalistas se alertó el martes pasado que la empresa multinacional Barrick Gold y el gobierno de San Juan han presentado amparos judiciales para que no se aplique la ley de glaciares en esa provincia. “Se oponen a la ley para que no los auditen y no se evalúe si están dañando a los glaciares cercanos. La misma empresa ya afectó glaciares del lado chileno y fue multada”, recordó Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace Argentina.
En cuanto a la ley de bosques, el informe de FARN advierte que aún continúan los desmontes ilegales. La Secretaría de Ambiente de la Nación acordó días atrás con las provincias la distribución de los fondos para controlar mejor los desmontes y compensar a los titulares de bosques nativos que realicen tareas de conservación. Sin embargo, “los fondos asignados para poner en marcha la ley de bosques son menores a la cantidad que fijó la norma”, resaltó Diego Moreno, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina. “El cumplimiento de la ley de bosques es crucial porque reducirá la deforestación, que es una de las fuentes de emisión de gases de invernadero, que conducen al cambio climático”, agregó.
Hay otros obstáculos en el cumplimiento de normas. Leyes como la de residuos industriales, la de gestión de aguas, la de residuos domiciliares y la de quema de pastizales no han sido reglamentadas, según se indica en el informe de FARN. Faltan también crear más áreas protegidas para preservar la diversidad de especies y ecosistemas y fortalecer las existentes.
Con respecto a la energía –que se usa en viviendas, industrias, y transporte, entre otros rubros– aún no se vislumbra un cambio que abandone la dependencia de la quema de combustible fósil (carbón, petróleo y gas natural). “Sabemos que el Gobierno elaboró un plan energético que llega hasta el 2030 e incluye decisiones sobre la controvertida energía nuclear, pero lo mantiene oculto. No brinda acceso a la información ni da participación a la ciudadanía en el plan”, sostuvo Di Paola. El informe revela también que falta una mayor planificación de la gestión de los ríos y sus cuencas, y que para enfrentar el colapso de la merluza en el mar argentino, se necesita planificación y transparencia del Gobierno y del sector privado.


Más tormentas, calor y enfermedades

Las evidencias del cambio climático se observan en la Argentina y han sido objeto de comentarios en el último informe de la CEPAL, que es el organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas responsable de promover el desarrollo económico y social en América latina y el Caribe.
Según el organismo, el número, la intensidad y la frecuencia de las lluvias se modificaron entre 1900 y 2005, y eso se tradujo en un aumento de la frecuencia e intensidad de las inundaciones en la región pampeana. Situaciones similares se han registrado en Paraguay, Uruguay y algunas zonas de Bolivia. A causa de la pérdida del ozono y del aumento del índice de radiación ultravioleta, aumentaron los casos de cáncer de piel no melanoma en nuestro país y en Chile. También se afirma que enfermedades como el dengue pueden subir en la incidencia. En 2009, la Argentina sufrió la epidemia más grande del dengue en la historia.
En el informe de la CEPAL, también se advierte que hay playas argentinas con riesgo elevado de ser afectadas por la erosión de las costas causada por el cambio climático.


La pasividad de Argentina en la discusión ambiental

Las negociaciones internacionales por el cambio climático del planeta aún no están terminadas. Una de las trabas principales es que todavía los países no toman compromisos ni acciones firmes para reducir los niveles de emisión de gases invernadero. En esas discusiones, la Argentina tiene una posición pasiva, a pesar de que su población y su ambiente serán afectados por el impacto del cambio climático.
“Nuestro país ahora no tiene una posición propia ni definida”, afirmó Pablo Canziani, investigador en cambio climático del Conicet y de la Universidad Católica Argentina. Señaló varias diferencias con el pasado: “En 1997 cuando se acordó el Protocolo de Kioto, la Argentina tuvo un rol de liderazgo en las negociaciones. Después, pasaron varios gobiernos y no hubo continuidad con la posición”.
El protocolo, que forma parte de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, estipuló que los países más contaminantes debían reducir sus emisiones en un porcentaje de al menos un 5%, dentro del período que va desde el año 2008 al 2012, en comparación a las emisiones al año 1990.
La Argentina, como país en vías de desarrollo y con aproximadamente el 0,6 por ciento del total de las emisiones mundiales, no estaba obligada a cumplir las metas cuantitativas fijadas por el Protocolo de Kioto. Pero sí ratificó el acuerdo en 2001, a través de la ley del Congreso, y tiene al menos que no seguir aumentando sus emisiones.
En abril del año pasado, se destacó el Acuerdo de los Pueblos, convocado por Bolivia, por el cual se advirtió que “los países desarrollados tienen una deuda climática con los países en vías de desarrollo, la madre tierra y las futuras generaciones”.
La discusión mundial aún continúa: se prepara un acuerdo nuevo que formará parte de las conversaciones de las Conferencias de las Partes en Durban, Sudáfrica, el 28 de noviembre, y en Rusia en 2012.
En el debate, están el grupo de los países europeos, con Inglaterra a la cabeza, que quiere reducir las emisiones de manera tal que el aumento de temperatura media global no supere los 2 grados centígrados para el año 2050. “Estados Unidos hoy no tiene una postura definida. China hace promesas”, comentó Canziani. “Y Argentina aún no asume su liderazgo, como sí lo están haciendo Brasil y México. El problema es que si no se logra un acuerdo global pronto, todo se hará de manera desordenada y puede perjudicarnos”, opinó.
Por ejemplo, Francia ya quiere poner aranceles impositivos a sus importaciones por la emisión de gases de invernadero que se produce durante el transporte de mercaderías y materias primas. “Esto perjudica a la Argentina que está lejos de Europa”.
Por su parte, Raúl Estrada Oyuela, embajador y ex negociador en temas ambientales en las negociaciones internacionales, también expresó que “la posición de la Argentina está muy desdibujada. Debería ayudar a que los países se pongan de acuerdo para reducir las emisiones. La política energética que tenemos aumenta las emisiones. Y también faltan medidas de adaptación al cambio climático. Por ejemplo: ¿cómo se adaptarán las ciudades costeras al avance del nivel del mar? ¿Qué se hace para que los edificios sean eficientes?”.

Fuente :Diario Clarín