Albert Einstein, que seguramente ha sido el mayor científico natural del siglo XX y uno de los grandes pensadores en el ámbito de la filosofía política-social, lo señaló y denunció lúcidamente con estas palabras: “Dado el estado de las cosas, los cuestionables logros obtenidos por nuestra generación en la era de las máquinas son tan peligrosos como una cuchilla de afeitar en manos de un niño de tres años. La posesión de unos medios de producción extraordinarios no ha aportado libertad, sino preocupaciones y hambrunas. Lo peor de todo es el desarrollo técnico que posibilita los medios para la destrucción de la vida humana, y los productos de laboratorio creados con tanto esfuerzo”.
Hoy se cumple el primer cuarto de siglo del accidente de Chernóbil. Junto con lo sucedido en Fukushima, junto con lo que sigue sucediendo en Fukushima, los dos grandes desastres –no los únicos desde luego- de la industria y energía nuclear, una energía que, se publicite lo que se quiera publicitar, no es limpia ni barata ni segura ni tampoco pacífica desde luego.
El sarcófago construido con urgencia sobre el reactor accidentado está agrietado, oxidado y notablemente deteriorado. Seguramente esto explica algunas de las decisiones o indecisiones tomadas en Fukushima. En la "zona de exclusión" viven 2.500 personas. Son trabajadores encargados de la construcción de un nuevo sarcófago. Deberá o debería estar acabado para 2015. Será financiado por países de todo el mundo. Ucrania no puede afrontar una factura de unos 1.500 millones de euros. Son las otras “externalidades” de la apuesta nuclear, de la atómica hybris fáustica.
Recientemente, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, visitó durante media hora el reactor número 4 de Chernóbil [1]. El paseo le resultó "una experiencia extremadamente conmovedora". Le acompañaron el presidente ucraniano, Víktor Yanukovich, y el director general de la OIEA, Yukiya Amano. El máximo responsable de las Naciones Unidas vinculó la actual crisis de Fukushima con el desastre de Chernóbil. "Debemos sacar las lecciones oportunas de estas tragedias". No explicitó qué “lecciones oportunas” había extraído o creía razonable extraer.
Por la tarde, los tres responsables políticos inauguraron en Kiev una conferencia científica sobre el accidente del reactor soviético. Ban Ki-moon fue entonces más directo: "La desafortunada verdad es que probablemente veremos más desastres de este tipo". No explicó las razones de su pesimismo antropológico pero no parece que el irresponsable cientificismo capitalista esté muy alejado de ello. Añadió: "Para muchos, la energía nuclear parece que es relativamente limpia y una opción lógica; pero la historia nos hace plantearnos preguntas dolorosas: ¿hemos calculado sus riesgos y beneficios?". ¿Cuál es el referente de este “muchos”? ¿Una opción lógica? ¿Para quién? ¿Balance de riesgos y beneficios? ¿Estaba tan alocado, sigue estando inconmensurablemente demenciado, el movimiento antinuclear como se repitió y se sigue repitiendo una y mil veces?
Manuel Ansede –“La vida sigue en los cementerios de Chernóbil” [2]- ha recordado algunas aristas del escenario post-nuclear. “Entonces [26 de abril de 1986] se formó una nube radiactiva equivalente a la de 400 bombas como la de Hiroshima, que se paseó por 150.000 kilómetros cuadrados de Bielorrusia, Ucrania y Rusia. Los pueblos cercanos a la central quedaron bañados en estroncio-90, relacionado con la leucemia, y cesio-137, vinculado a tumores en bazo e hígado. Los 50.000 habitantes de Prípiat, a sólo tres kilómetros del reactor, fueron evacuados en apenas día y medio. Las autoridades soviéticas urgieron a sus habitantes a que salieran de la ciudad prácticamente con lo puesto, asegurando que sería cosa de unos pocos días”.
El Organismo Internacional de la Energía Atómica calcula que unas 200.000 personas fueron realojadas para siempre tras la explosión del reactor. El martes 19 de abril de 2011, en una conferencia de donantes organizada en Kiev, Ucrania sólo consiguió recaudar 550 de los 740 millones de euros que necesita para sellar con acero el reactor soviético. Faltan 190 millones de euros.
Slavutich es una ciudad construida tras el desastre de 1986 para acoger a los trabajadores de la central, escapados de Prípiat y otros núcleos. Desde allí, diariamente, unas tres mil personas recorren 50 kilómetros para trabajar en Chernóbil.
En Público [3], Ernesto Sambora –“Los héroes olvidados”- recordaba otra cara de aquel inconmensurable desastre. “Ha pasado ya un cuarto de siglo, y aun así el contador Geiger que el cabo del ejército ucraniano lleva en el asiento trasero de su coche se dispara al cruzar la segunda barrera de exclusión, la que marca los 10 kilómetros previos antes de llegar a la zona cero del peor accidente nuclear de la historia”.
Serguei Anatólevich Kulish, que ha cumplido 50 años, fue uno de los llamados “liquidadores”. Tenía entonces 24 años. Hoy dirige la Asociación de Victimas de Catástrofes desde una modesta oficina en Leningrado-San Petersburgo. Serguei ha pasado por un calvario de enfermedades, complicaciones y dolor crónico. Actualmente lucha contra un nuevo tumor cutáneo abdominal que no duda en mostrar. En su optimista opinión, "Europa debe comprender los riesgos de la energía atómica”. En la Rusia post-soviética nadie quiere escucharle.
Serguei y una comunidad de unos 500 liquidadores viven en pisos de protección oficial donados por el Gobierno en el golfo de Finlandia, a una hora de Leningrado. Cuando llegaron allí, en los años noventa del siglo pasado, eran unas mil personas; el resto ha fallecido. Los bloques de edificios que los albergan, señala Sambora, “son el mejor ejemplo de su situación social: alejados de la urbe y mal comunicados, ellos mismos han tenido que pagar las reparaciones necesarias para hacer habitables sus viviendas, y sólo un pequeño monumento, que parece una lápida, semiabandonado e imperceptible bajo la nieve, recuerda la catástrofe vivida aquella primavera del año 1986”.
No maldicen su destino. Alguien tenía que hacerlo. Sí lamentan, en cambio, y profundamente, el olvido social e institucional del que son víctimas. Sus pensiones son muy bajas y tras la caída de la Unión Soviética perdieron las ayudas del Estado. Los alimentos y el transporte, de los que disfrutaban gratuitamente, pasaron a ser de pago, haciendo muy difícil su vida, la de sus viudas o sus huérfanos, que tienen pensiones medias de 150 euros. Afrontan, además, la peor de las situaciones imaginables para enfermos crónicos de muy escasos recursos: la privatización salvaje del sistema de salud. Es otra de las caras del afable capitalismo que rige en la Rusia que ha emergido de la destrucción de la Unión Soviética. Transitan por el lado salvaje de la vida.
Recordemos algunos pasajes de aquel terrible accidente [4] partiendo de nuestra conversación de 2008.
SLA: Sobre el accidente en la central nuclear de Chernóbil, del que no hace mucho se cumplieron 20 años, hubo una fuerte polémica en torno a sus efectos reales que aún sigue coleando. Se ha dicho que la potencia radiactiva del accidente (o de la catástrofe, como se prefiera) fue entre 50 y 100 veces la potencia de la bomba arrojada en Hiroshima. Desde fuentes oficiales se habló de un número reducido aunque importante de fallecidos, mientras que desde otras fuentes independientes se afirmaba que esa información había sido una gran manipulación, una falsificación desmedida y que los fallecidos y perjudicados fueron muchísimos más. Se han dado cifras de más de dos millones de ucranianos afectados, unos 700.000 de los cuales eran niños. Viktor Bryukhanov, el director de la central nuclear en el momento del accidente, ha acusado a las autoridades políticas de proteger ante todo la industria militar con mentiras, acusación que no excluye algunos sectores de las comunidades científicas. Tampoco han quedado al margen de sus críticas países y gobiernos poderosos -EEUU, Japón, Francia y Reino Unido- que, según él, ocultan las causas reales de los accidentes nucleares. Podrías explicarnos algo de esta polémica y por qué, desde posiciones oficiales u oficiosas, no se reconoce lo que realmente pasó y los dañinos efectos que ocasionó.
ERF: Es un tema que nos llevaría muy lejos. Un mínimo desarrollo exigiría un tratamiento largo y tendido. Intentaremos explicar aquí lo más importante.
Se creó, efectivamente, una importante polémica y no es casualidad que apareciese recientemente. El origen de ello es un informe que salió a la luz en septiembre de 2005, informe que se publicitó mucho medio año después. Apareció como un documento de la OMS, de la Organización Mundial de la Salud, en el que se nos iba a decir la verdad sobre Chernóbil y en el que se daba “la versión definitiva” de los efectos.
Mucha técnica publicitaria como ves. Es muy espectacular como, por ejemplo, presentaron el resumen de prensa. Está escrito en inglés: “Chernobyl: the true scale of the accident; 20 Years Later a UN Report Provides Definitive Answers and Ways to Repair Lives”. ¡La verdad definitiva sobre Chernóbil!
El informe, tal como fue comunicado, es un libro de más de 600 páginas, editado en tres volúmenes, del que se publicó por la AIEA una versión sinóptica de 55 páginas (Chernobyl’s Legacy: Health, Environmental and Socio-Economic Impacts) que es en realidad lo que se presentaba a los medios. En cambio, el breve texto que tanto ha impactado a la prensa es un resumen de 6 o 7 páginas, al que realmente, desde un punto de vista científico, no se puede dar ningún valor. En él se afirma que según los datos del Informe unas 4.000 personas pueden llegar a fallecer a lo largo del tiempo -que en el informe completo se precisa en un período de 70 años- por la exposición a la radiación liberada hace 20 años en al accidente, que seguramente no va a haber más muertos y que la gente se puede reinstalar en los territorios afectados.
Prácticamente es una apología del retorno al uso de la energía nuclear. Esto es en resumen lo que viene a decir el informe que causó gran sorpresa y gran controversia. No era para menos.
Pero el informe fue publicado por la OMS. ¿No es así? Por lo tanto, en principio, es creíble, no es mera publicidad.
Efectivamente. Este informe se ha publicado y publicitado por la OMS pero ocurre con él lo que ya hemos comentado. En realidad, el estudio ha sido elaborado fundamentalmente por la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) de Viena. Desde 1959 existe un convenio por el que la OMS, para cualquier asunto relacionado con cuestiones nucleares, remite y se pone de acuerdo con esa agencia atómica.
¡Pero esto es un escándalo!
Lo es, efectivamente. El convenio estipula, entre otras restricciones, que los estudios de la OMS en materia nuclear, previamente a su publicación, deben ser revisados por la AIEA, no deben ser negativos con la Agencia ni tampoco deben impedir la promoción de la energía nuclear. La Agencia se fundó, en la época de los “átomos para la paz”, por la Organización de las Naciones Unidas, para promocionar el uso de la energía nuclear, por un lado, y por otro, cuando se firmó el TNP, el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, para vigilar, de ahí su actual intervención en el caso de Irán, y de paso su flagrante inhibición en las actividades atómicas de otros países. Aún hoy en sus publicaciones aparece el eslogan “Atoms for Peace”. Si uno entra en la web de la agencia, verá que todo lo que allí se afirma es una defensa del uso de la energía nuclear. No olvidemos que es una agencia de la energía atómica. Ahora están con un foro, que ya existe desde hace años, para promocionarla como solución a Kyoto, como energía limpia, como energía moderna, en neta coincidencia con las posiciones de la administración del presidente en Jefe Bush II.
No deben ser pocas las presiones políticas.
Exactamente. Se dan aquí todas las presiones políticas que puedas imaginarte y algunas más. Cuando se mira con detalle el informe al que nos estábamos refiriendo, y aunque se ha publicitado como un informe de la OMS científico e independiente, se observa que los créditos otorgados para su realización provienen de un ente denominado “The Chernobyl Forum” compuesto por la AIEA, los gobiernos de la Federación Rusa, de Bielorrusia y de Ucrania, el Banco Mundial, el UNSCEAR (United Nations Scientific Committee on the Effects of Atomic Radiation), institución de vida más bien lánguida, y otros organismos de la ONU sin relación con la cuestión (UNSP, FAO). A la OMS la han incluido también pero más bien como adorno, para no levantar sospechas, para ganar credibilidad científica. De hecho, el tal Foro no deja de ser una entidad nominal.
Desde un punto de vista científico, metodológico, ¿cuál es tu opinión sobre este informe? ¿Te parece un buen informe?
El informe una vez se analiza, y téngase en cuenta que es muy prolijo y que es realmente muy técnico, presenta numerosos sesgos derivados de las limitaciones y objetivos originarios impuestos al estudio. Se ha realizado sobre áreas muy pequeñas de Ucrania, de Rusia y de Rusia Blanca (Bielorrusia o Belarus), sobre áreas contaminadas claro está, pero que no representan exactamente ni de lejos todas las áreas afectadas. No representan en absoluto las áreas de esos países ni del resto de Europa que sufrieron alteraciones importantes por el accidente. Lo mismo puede decirse sobre la población considerada para estimar los efectos de la contaminación radiactiva. Las cifras proporcionadas por el Informe, los antes citados 4.000 casos de cánceres que podrían llegar a producirse, por ejemplo, se refieren solo a un grupo de alrededor 600.000 personas, mientras que la población que vive en las áreas contaminadas de Ucrania, Rusia Blanca y Federación Rusa alcanza, según los informes de estas mismas repúblicas, los cinco millones. Y esa cifra también puede considerarse una subestimación.
Creándose, por lo tanto, una importante confusión sobre estos temas.
Efectivamente. Un ejemplo de la confusión generada sobre la cuestión lo podemos encontrar en otro comunicado de prensa de la misma OMS efectuado el 26 abril de 2006 con motivo del vigésimo aniversario del accidente. En este caso la OMS es más prudente que en el comunicado anterior —quizá por las numerosas críticas recibidas— y se refiere a un nuevo Informe, publicado por ella (Ginebra 2006), sobre los efectos sanitarios. Aquí, aquellos 4.000 posibles cánceres mencionados en septiembre, se elevan a 9.000 y se constata que alrededor de 5.000 niños y adolescentes en el momento del accidente han sido diagnosticados de cáncer de tiroides, y que es muy probable que nuevos casos de este tipo de cáncer sigan produciéndose en el futuro. Acepta, además, que más de cinco millones de personas (¡cinco millones!) siguen viviendo en la actualidad en áreas contaminadas con material radiactivo. Aquí conviene ir a los datos originales del mismo Informe, donde se constata que considera sólo a los residentes —los cinco millones mencionados— en áreas con niveles de cesio radiactivo (Cs 137) superiores a 37.000 Bq/m2 en Bielorrusia, Ucrania y la Federación Rusa. La población de territorios con actividades inferiores se ignora. Por otra parte es asombroso que, según dicho Informe, alrededor de 270.000 personas sigan viviendo en áreas que la extinta Unión Soviética clasificó como “zonas estrictamente controladas”, territorios donde la radiactividad supera los 555.000 Bq/m2.
Antes he comentado que en la República Checa se han realizado recientemente trabajos de investigación, que han sido publicados en revistas científicas internacionales, sobre la muy alta tasa de cánceres de tiroides que aparecieron a lo largo de los cuatro o cinco años inmediatamente siguientes al accidente, y sobre otro tipo de fenómenos patológicos. Estos son los pocos datos que se tienen sobre estas áreas externas a la antigua Unión Soviética. Pero dentro de las tres repúblicas mencionadas de lo que fue la URSS –Rusia, Ucrania, Biolerrusia-, el estudio se restringe sólo a determinadas áreas, seleccionadas además con criterios un tanto oscuros.
En cuanto a la metodología seguida.
Es altamente discutible la metodología que se ha empleado. Leyendo el informe con atención ves que incluso hay una gran incertidumbre sobre el tipo de métodos que se han seguido.
Al mismo tiempo ha aparecido, también recientemente, un estudio de la Academia de Ciencias de la Federación Rusa que han publicado en forma de libro y que es también altamente crítico con aquel informe. Se calcula en este estudio de la Academia de Ciencias que han sido más de 200.000 las personas afectadas a lo largo de estos 20 años.
En el estudio de la OMS, por ejemplo, no queda en absoluto claro como cuentan y estudian a los famosos liquidadores, aquellos millares de personas —unas 250.000 sólo en 1986 y 1987— que intervinieron inmediatamente para construir el famoso sarcófago de Chernóbil con el que se cubrió el reactor destrozado. El informe de la AIEA/OMS habla de 15 fallecidos entre estas personas. Los mismos datos rusos los aumentan a centenares. Seguramente, entre 800 y 1.000 de estas personas murieron por efecto de la radiación aguda.
Nos encontramos, pues, que el estudio de la Academia de Ciencias de la Federación Rusa establece cifras diez veces superiores con respecto al estudio de la OMS/AEIA. Insisto: ¡10 veces más!, no una mera diferencia de matiz o de redondeo de la última cifra.
Hay, además, otros informes científicos que también establecen datos muy distintos, que en absoluto coinciden con el informe de la OMS.
Para ti,¿ qué cifras son las más correctas?
Desde un punto de vista estrictamente científico, yo no puedo saber, Salvador, cuáles son las cifras exactas o qué cantidades reflejan mejor la realidad de los hechos. Los datos disponibles indican que hubo, que hay afecciones, pero no existe ningún estudio global de todas las zonas contaminadas de Europa que indique cuántas afecciones se han producido realmente. Existen informes parciales, como éste que explicaba de Chequia; existe también el informe de la Academia de Ciencias de Ucrania, en todos ellos se dan cifras muchísimo más altas que las que cita este informe de la AIEA/OMS.
Existen, además, investigaciones y datos que no han sido publicados. Durante muchos años, en lo que fue la extinta Unión Soviética, todos estos informes fueron reservados.
¿Se han publicado datos sobre la contaminación producida por el accidente en otros países europeos?
Tampoco, tampoco. Francia, por ejemplo, nunca ha publicado datos de la contaminación producida por Chernóbil. Recuerdo lo que pasaba cuando cruzabas el Rin en aquella época. En Alemania y Suiza, al cabo de los años, seguían y siguen manteniendo reservas y controles sobre cierto tipo de setas, sobre ciertos productos silvestres, porque el estroncio 90 y el cesio 137 están allí, permanecen allí, y si se cruza el Rin en dirección a Francia, los bosques, claro está, siguen siendo los mismos, los territorios no han cambiado, pero, mágicamente, parece que existiera una frontera “nacional” que hubiera parado la radiación. En Francia, como es sabido, casi todas las cuestiones radiactivas son reservadas.
Tenemos actualmente informes sobre zonas contaminadas de Inglaterra, datos que muestran, lo que es muy paradójico, que no hay unos criterios uniformes de análisis. Al mismo tiempo, en el mismo momento, en Bielorrusia, por ejemplo, se aceptan unos límites para la leche; en cambio, en Rusia se aceptan otros, y en Ucrania otros distintos, y estos límites no están próximos en absoluto, varían desde los 20 hasta los 200 becquerelios por litro en estas tres repúblicas. No hay siquiera unos criterios de protección homogéneos y, no olvidemos, que sigue habiendo radiactividad en muchos productos de estas zonas. Lo que pasa es que se han considerado o se quieren considerar seguros ciertos valores y entonces se dice de cara a la tranquilidad de la opinión pública que aquí no pasa nada, que no hay ningún peligro.
En tu opinión, ¿qué debería haberse hecho? ¿Cómo debería haberse obrado si se hubiera querido obrar correctamente?
Lo que debería haberse hecho, como ya hemos comentado antes, es haber establecido un sistema paneuropeo de radiovigilancia y de estudio de los efectos. No existe tal sistema. Entonces, frente a un informe como el que comentamos, yo, que no acostumbro a ser tan tajante, considero en este caso que no tiene valor científico alguno, que no podemos considerar ni dar valor al estudio de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Hay otros informes de la OMS, en los que al parecer no ha intervenido tanto la Agencia, que son muy distintos, aunque son muy técnicos, y, sobre todo, cuando uno se remite a lo único que tiene valor, a lo único válido desde un punto de vista riguroso, aunque desde luego también sea bueno mantener ciertas reservas, es decir, a los análisis científicos publicados en revistas reconocidas con comités de revisión por pares. Estos datos nos indican precisamente que el informe de la Agencia Internacional no se sostiene en absoluto.
¿Cuáles son entonces los datos reales?
Como te decía, no lo podemos saber con precisión. Unos hablan de 200.000 personas, otros de 50.000, nadie puede decirlo con seguridad. Lo que sucede es que las cifras de valores tan bajos no pueden ser aceptadas cuando ya tenemos datos de aquella época en los que la misma gente que estuvo trabajando directamente en la central, y los datos sanitarios de la propia URSS, señalaban que hubo una mortalidad importante y existen, además, otras investigaciones publicadas que aseguran que en determinadas zonas ya tuvieron en aquellos momentos niveles altos de mortalidad. Tampoco podemos hacer mucho caso de lo que, a veces, son básicamente reportajes periodísticos. Con todos mis respetos hacia el buen periodismo, hay informes de este tipo que son poco rigurosos.
¿Puedes precisar un poco más? ¿A qué te refieres exactamente?
Pues, por ejemplo, cuando se dice: he hablado con una campesina y me ha dicho que los terneros le nacen con dos cabezas o que hay “montones” de niños, sin más precisión, con malformaciones. Este tipo de informaciones no tiene valor científico. Para obtener buenos resultados hay que aplicar una metodología estricta. Los instrumentos, para poder analizar lo que ha ocurrido son conocidos, los tenemos, están a nuestro alcance. En los casos concretos en que se ha seguido una buena metodología, en el estudio del cáncer de tiroides por ejemplo, es innegable que ha habido un impacto muy importante. No podía ser de otro modo.
En definitiva, no es que no puedan realizarse buenos estudios, sino que no quieren hacerse investigaciones independientes que tengan el conocimiento verificable de los hechos como finalidad central. Los intereses políticos y económicos nuevamente están situados en el puesto de mando; el dinero hace girar el mundo, cantaba Liza Minnelli y aquel inolvidable presentador en Cabaret. Money, money, money... era el estribillo de aquella tonadilla. Pues eso.
Podemos intentar un resumen sobre este punto si te parece.
Me parece. Más de veinte años después de la catástrofe de Chernóbil no hay aún una evidencia clara sobre el impacto real de la radiación en la salud y persisten las divergencias según las diversas fuentes de información que se utilicen. Sería preciso aunar esfuerzos a nivel internacional para continuar analizando la situación en las áreas más contaminadas mediante estudios epidemiológicos analíticos a largo plazo, pero para ello es necesario que exista una voluntad política clara y recursos económicos para el financiamiento de la investigación. A pesar de la magnitud del desastre, la inversión destinada a todo tipo de investigaciones sobre Chernóbil en los últimos veinte años, incluyendo la militar, no ha llegado a 10 millones de dólares. El desastre de Chernóbil ofreció la oportunidad de investigar ampliamente los efectos de la exposición a radiaciones sobre la salud y el medio ambiente; sin embargo, la comunidad internacional ignoró muchos informes existentes en los territorios contaminados, algunos de ellos publicados pero solo en lengua rusa, y también otros al carecer de posibilidad de acceso por intereses políticos.
Jorge Riechmann, entonces presidente de CiMA, lo expresó en 2007 con estas palabras: “Quienes hablan, hoy, de seguir construyendo reactores nucleares no han comprendido nada de la tragedia de Chernóbil. Y Chernóbil era, quizá, la última advertencia de la que podíamos aprender, si es que ha de existir en el futuro una humanidad libre sobre una Tierra habitable. Mi convicción personal es que la única energía nuclear limpia y segura, que hemos de reivindicar sin tregua, es la de las reacciones de fusión que tienen lugar en el interior del sol y nos llegan luego en forma de bendita luz solar que caldea la atmósfera, mueve los vientos y nutre la vida”.
¿Qué puede decirse hoy tras este nuevo Chernóbil a cámara lenta que estamos viviendo?
Eduardo Rodríguez Farré y Salvador López Arnal
MANIFIESTO ECOLOGISTA
En el año 1854 el jefe indio Noah Sealth respondió de una forma muy especial a la propuesta del presidente Franklin Pierce para crear una reserva india y acabar con los enfrentamientos entre indios y blancos. Suponía el despojo de las tierras indias. En el año 1855 se firmó el tratado de Point Elliot, con el que se consumaba el despojo de las tierras a los nativos indios. Noah Sealth, con su respuesta al presidente, creó el primer manifiesto en defensa del medio ambiente y la naturaleza que ha perdurado en el tiempo. El jefe indio murió el 7 de junio de 1866 a la edad de 80 años. Su memoria ha quedado en el tiempo y sus palabras continúan vigentes.
CARTA DEL JEFE INDIO Noah Sealth, 1854
"¿Como se puede comprar o vender el firmamento, ni aun el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida.
Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿Como podran ustedes comprarlos?
Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocio en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto, es sagrada a la memoria y el pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los arboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas.
Los muertos del hombre blanco olvidan su pais de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas, en cambio nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y asimismo ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran aguila; estos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los humedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia.
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Por todo ello, cuando el Gran Jefe de Washington nos envia el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos esta pidiendo demasiado. Tambien el Gran Jefe nos dice que nos reservara un lugar en el que podemos vivir confortablemente entre nosotros. El se convertira en nuestro padre, y nosotros en sus hijos. Por ello consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es facil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros.
El agua cristalina que corre por los rios y arroyuelos no es solamente agua, sino que tambien representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos tierras, deben recordar que es sagrada, y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagorico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.
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Los rios son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los rios son nuestros hermanos y tambien los suyos, y por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.
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Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. El no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atras la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra de sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres, como el patrimonio de sus hijos son olvidados.Trata a su madre, la Tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorara la tierra dejando atras solo un desierto. No se, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena la vista del piel roja. Pero quizas sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada.
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No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar como se abren las hojas de los arboles en primavera o como aletean los insectos. Pero quiza tambien esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido parece insultar nuestros oidos. Y, despues de todo, ¿Para que sirve la vida, si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque? Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, asi como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodia o perfumado con aromas de pinos. El aire tiene un valor inestimable para el piel roja, ya que todos los seres comparten un mismo aliento – la bestia, el arbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos dias es insensible al hedor. Pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire no es inestimable, que el aire comparte su espiritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, tambien recibe sus ultimos suspiros. Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas. Por ello consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondre una condicion: El hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.
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Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de bufalos pudriendose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una maquina humeante puede importar mas que el bufalo al que nosotros matamos solo para sobrevivir.
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¿Que seria del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre tambien moriria de una gran soledad espiritual; Porque lo que le sucede a los animales tambien le sucedera al hombre. Todo va enlazado.
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Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos.Inculquen a sus hijos que la tierra esta enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurriria a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a si mismos.
Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado.
Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrira a los hijos de la tierra. El hombre no tejio la trama de la vida; el es solo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a si mismo. Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con el de amigo a amigo, queda exento del destino comun.
Despues de todo, quizas seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quiza el hombre blanco descubra un dia: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que El les pertenece lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es asi. El es el Dios de los hombres y su compasion se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para El y si se daña se provocaria la ira del creador. Tambien los blancos se extinguiran, quizas antes que las demas tribus. Contaminan sus lechos y una noche pereceran ahogados en sus propios residuos. Pero ustedes caminaran hacia su destruccion, rodeados de gloria, inspirados por la fuerza de Dios que los trajo a esta tierra y que por algun designio especial les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por que se exterminan los bufalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes.. ¿Donde esta el matorral? Destruido. ¿Donde esta el aguila? Desaparecio. Termina la vida y empieza la supervivencia."
Lo asegura un estudio realizado por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, la UBA y el Instituto Tecnológico de Buenos Aires. Faltan leyes y las que existen no se aplican.
El cambio climático ya está afectando a la población y a los ecosistemas, con el retroceso de los glaciares, la reemergencia de enfermedades como el dengue o la mayor frecuencia de inundaciones, pero la Argentina sigue sin estar bien preparada para enfrentarlo o para al menos minimizar el impacto que se sufrirá. Lo asegura un estudio realizado por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), que contó con apoyo para su elaboración de instituciones académicas: el Instituto Tecnológico de Buenos Aires, las facultades de Derecho, de Arquitectura y Urbanismo, y la Maestría de Gestión Ambiental Metropolitana, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.
En el informe, que puede leerse en Internet ( www.farn.org.ar ) se advierte el estado de situación de los principales problemas ambientales relacionados con el cambio climático. “Lo que tenemos es un diagnóstico de la situación, pero no queremos quedarnos en la queja, sino que presentamos propuestas concretas para movilizar estos problemas que nos afectan a todos y a las futuras generaciones de argentinos”, dijo a Clarín María Eugenia Di Paola, directora ejecutiva de la FARN y especialista en derecho ambiental.
En el trabajo, se subraya que si bien el Congreso sancionó las leyes como las de preservación de los glaciares y sus áreas cercanas y la ley de bosques, aún no se están implementando en todo el territorio nacional.
En el caso de los glaciares, que en su mayoría están en retroceso según múltiples estudios científicos, hubo demoras en la reglamentación de la norma que fue sancionada en setiembre del año pasado. Recién en marzo, el Gobierno dispuso que el Conicet inicie el relevamiento de las zonas de glaciares y periglaciares. “Pero aún no definió las zonas prioritarias donde hay actividades humanas que pueden estar afectando a los glaciares, como la minería, ni tampoco empezó con las auditorías”, comentó Di Paola. Desde Greenpeace Argentina y más de 40 organizaciones ambientalistas se alertó el martes pasado que la empresa multinacional Barrick Gold y el gobierno de San Juan han presentado amparos judiciales para que no se aplique la ley de glaciares en esa provincia. “Se oponen a la ley para que no los auditen y no se evalúe si están dañando a los glaciares cercanos. La misma empresa ya afectó glaciares del lado chileno y fue multada”, recordó Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace Argentina.
En cuanto a la ley de bosques, el informe de FARN advierte que aún continúan los desmontes ilegales. La Secretaría de Ambiente de la Nación acordó días atrás con las provincias la distribución de los fondos para controlar mejor los desmontes y compensar a los titulares de bosques nativos que realicen tareas de conservación. Sin embargo, “los fondos asignados para poner en marcha la ley de bosques son menores a la cantidad que fijó la norma”, resaltó Diego Moreno, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina. “El cumplimiento de la ley de bosques es crucial porque reducirá la deforestación, que es una de las fuentes de emisión de gases de invernadero, que conducen al cambio climático”, agregó.
Hay otros obstáculos en el cumplimiento de normas. Leyes como la de residuos industriales, la de gestión de aguas, la de residuos domiciliares y la de quema de pastizales no han sido reglamentadas, según se indica en el informe de FARN. Faltan también crear más áreas protegidas para preservar la diversidad de especies y ecosistemas y fortalecer las existentes.
Con respecto a la energía –que se usa en viviendas, industrias, y transporte, entre otros rubros– aún no se vislumbra un cambio que abandone la dependencia de la quema de combustible fósil (carbón, petróleo y gas natural). “Sabemos que el Gobierno elaboró un plan energético que llega hasta el 2030 e incluye decisiones sobre la controvertida energía nuclear, pero lo mantiene oculto. No brinda acceso a la información ni da participación a la ciudadanía en el plan”, sostuvo Di Paola. El informe revela también que falta una mayor planificación de la gestión de los ríos y sus cuencas, y que para enfrentar el colapso de la merluza en el mar argentino, se necesita planificación y transparencia del Gobierno y del sector privado.
Más tormentas, calor y enfermedades
Las evidencias del cambio climático se observan en la Argentina y han sido objeto de comentarios en el último informe de la CEPAL, que es el organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas responsable de promover el desarrollo económico y social en América latina y el Caribe.
Según el organismo, el número, la intensidad y la frecuencia de las lluvias se modificaron entre 1900 y 2005, y eso se tradujo en un aumento de la frecuencia e intensidad de las inundaciones en la región pampeana. Situaciones similares se han registrado en Paraguay, Uruguay y algunas zonas de Bolivia. A causa de la pérdida del ozono y del aumento del índice de radiación ultravioleta, aumentaron los casos de cáncer de piel no melanoma en nuestro país y en Chile. También se afirma que enfermedades como el dengue pueden subir en la incidencia. En 2009, la Argentina sufrió la epidemia más grande del dengue en la historia.
En el informe de la CEPAL, también se advierte que hay playas argentinas con riesgo elevado de ser afectadas por la erosión de las costas causada por el cambio climático.
La pasividad de Argentina en la discusión ambiental
Las negociaciones internacionales por el cambio climático del planeta aún no están terminadas. Una de las trabas principales es que todavía los países no toman compromisos ni acciones firmes para reducir los niveles de emisión de gases invernadero. En esas discusiones, la Argentina tiene una posición pasiva, a pesar de que su población y su ambiente serán afectados por el impacto del cambio climático.
“Nuestro país ahora no tiene una posición propia ni definida”, afirmó Pablo Canziani, investigador en cambio climático del Conicet y de la Universidad Católica Argentina. Señaló varias diferencias con el pasado: “En 1997 cuando se acordó el Protocolo de Kioto, la Argentina tuvo un rol de liderazgo en las negociaciones. Después, pasaron varios gobiernos y no hubo continuidad con la posición”.
El protocolo, que forma parte de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, estipuló que los países más contaminantes debían reducir sus emisiones en un porcentaje de al menos un 5%, dentro del período que va desde el año 2008 al 2012, en comparación a las emisiones al año 1990.
La Argentina, como país en vías de desarrollo y con aproximadamente el 0,6 por ciento del total de las emisiones mundiales, no estaba obligada a cumplir las metas cuantitativas fijadas por el Protocolo de Kioto. Pero sí ratificó el acuerdo en 2001, a través de la ley del Congreso, y tiene al menos que no seguir aumentando sus emisiones.
En abril del año pasado, se destacó el Acuerdo de los Pueblos, convocado por Bolivia, por el cual se advirtió que “los países desarrollados tienen una deuda climática con los países en vías de desarrollo, la madre tierra y las futuras generaciones”.
La discusión mundial aún continúa: se prepara un acuerdo nuevo que formará parte de las conversaciones de las Conferencias de las Partes en Durban, Sudáfrica, el 28 de noviembre, y en Rusia en 2012.
En el debate, están el grupo de los países europeos, con Inglaterra a la cabeza, que quiere reducir las emisiones de manera tal que el aumento de temperatura media global no supere los 2 grados centígrados para el año 2050. “Estados Unidos hoy no tiene una postura definida. China hace promesas”, comentó Canziani. “Y Argentina aún no asume su liderazgo, como sí lo están haciendo Brasil y México. El problema es que si no se logra un acuerdo global pronto, todo se hará de manera desordenada y puede perjudicarnos”, opinó.
Por ejemplo, Francia ya quiere poner aranceles impositivos a sus importaciones por la emisión de gases de invernadero que se produce durante el transporte de mercaderías y materias primas. “Esto perjudica a la Argentina que está lejos de Europa”.
Por su parte, Raúl Estrada Oyuela, embajador y ex negociador en temas ambientales en las negociaciones internacionales, también expresó que “la posición de la Argentina está muy desdibujada. Debería ayudar a que los países se pongan de acuerdo para reducir las emisiones. La política energética que tenemos aumenta las emisiones. Y también faltan medidas de adaptación al cambio climático. Por ejemplo: ¿cómo se adaptarán las ciudades costeras al avance del nivel del mar? ¿Qué se hace para que los edificios sean eficientes?”.
Fuente :Diario Clarín